- ¿Qué tal, tío?- me pregunto Sergio.
Le miré. Lo comprendió todo. No hizo falta que le dijera nada. Por algo, Sergio, era mi mejor me entendía sin necesidad de palabras.
- Tío, ¿qué ha pasado? ¿Todo te recuerda a ... ella?
Asentí
- Me he despertado pensando en ella en aquel horroroso dia.
Hice una pausa, y volví a hablar.
- Oye, tío, no quiero recordarlo, vamos a cambiar de tema.
- Bueno, no pienses mas en ella.
Sergio era el típico amigo, que se gana a todo el mundo con una sonrisa, que le encanta hacer bromas pero que en un momento de debilidad el es el primero que esta a tu lado, ayudándote y sirviéndote de apoyo.
-Venga chicos, sentaros que la clase va a comenzar, y hoy es una clase interesante- dijo el profesor.
No pude concentrarme en toda la hora de fundamentos, y en las horas siguientes tampoco. No dejaba de pensar en Alicia, y en ... Si, en aquella niña que habia encontrado esta mañana en mi casa practicamente congelada por el frio que tenía. No entendia porque, o mejor dicho, no queria entenderlo.
Las horas se me pasaron lentamente. La ultima clase, la de espacio y contexto, no preste atencion ninguna. Cuando el profesor marcó el fin de la clase yo salí a toda prisa. No me apetecía ponerme a hablar con Sergio sobre Alicia, y menos, contarle cualquier cosa sobre Lucia. Y si me quedaba sabia que me empezaria a hacer preguntas y al final se me escaparia algo sobre Lucia. Volví a casa apresurado sin ninguna razón en particular.
Llegué a casa. Abrí la puerta-. Mire el reloj. Las 2:30. Grité su nombre. No hubo respuesta. Pensé que, tal vez, todavía seguía durmiendo. Subí las escaleras. Me dirigí a su habitación. Cuando pasé por delante de la puerta del baño, oí un llanto. Llamé a la puerta. Una voz llena de angustia contesto un adelante. Entré y la ví, sentada en el suelo con unas tijeras a su derecha y el rollo de papel en la mano, llorando a moco tendido. Me senté junto a ella. La pregunté que ocurría. Me miró. Ella debí ´´o de ver en mi una cara de preocupación que la hicieron hablar.
- Pues, mira, no tengo madre principalmente. Bueno, si tengo pero no se donde esta porque me abandono cuando tenia 8 años. Mi padre es alcohólico, y siempre que bebe, que es todos los días, me pega porque dice que yo tengo al culpa de que mi madre se marchara. No tengo a nadie, ni familia ni amigos... Solo me quedaba recurrir a esto- dijo señalando las tijeras-, pero ni siquiera soy capaz por que soy una cobarde.
Mientras hablaba Lucia me entraron ganas de llorar. Pobre niña, que mal lo habrá tenido que pasar. En lugar de llorar con ella, la abracé con fuerza y esta vez no la aparté. La empecé a susurrar al oído:
- Desahógate, si quieres. Te comprendo.
Se separó con fuerza. Me miró, se levantó y se lavó la cara. Salió del baño. No sabía que había hecho para que se enfadara.