Oí que me llamaba. Pregunté que quería. Dijo que tenía hambre. La acompañe en silencio hasta la cocina, donde ella me dijo con cierta borderia:
- Todavía no me has respondido a la pregunta de esta mañana, ¿lo vas hacer?
Me quedé mirándola, sin decir nada. Se había enfadado por eso, y sino, ¿porqué había sido?
- Por cierto, ¿qué vamos a comer?-dijo-, tengo hambre.
- ¿Qué te apetece?¿Pizza?¿Pasta?...
- ¡¿Me das a elegir?!- dijo sorprendida.
- Si- dije mientras asentía con al cabeza.
- Pues... Me gustaría tomar una pizza, y patatas fritas. Y de postre... Helado de chocolate, que nunca lo he probado y me han dicho que esta muy rico.
- Vale- dije sorprendido ante este extraño menú- ¿Quieres que la pizza la pida por teléfono o prefieres que la hagamos nosotros aquí en casa?
Me miro con cara de felicidad. Se le iluminó la cara. Y su sonrisa se hizo cada vez más y más grande. Chilló como una niña pequeña.
- ¡Vamos a hacerla aquí!¡Qué guay!
Cogimos el libro de recetas. Encontramos la de la pizza, y sacamos los ingredientes que pedia la receta. Después de esto, nos pusimos manos a la obra.
Nunca olvidaré esa tarde. Aquella sonrisa. Disfrute como un niño al que le han regalado un juguete nuevo, o incluso mejor. Eso sí, acabe manchado de harina, huevo, tomate,...de todos los ingredientes en general. Lucia también.
Empezamos a comer a las seis. Lucia estaba encantada con la pizza. Decia que era la cosa mas rica que habia probado en su vida. Cambió de idea cuando probo el helado de chocolate.
Por un momento, me olvidé de Alicia. No me acordé de Alicia hasta que Lucia me volvió a preguntar. Tuve la intención de marcharme, pero Lucia me agarro del brazo. La miré. Se la veía muy preocupada.
- No te vayas- me suplicó.