Lucía asintió, y se adelantaron ambas hasta la taquilla. Sergio y yo las seguíamos por detrás. Sergio no dejaba de mirarla.
- Oye, tío- me dijo dándome un golpe en el hombro-, tu amiga, ¿no se parece a...?
- Si, se parece pero no me lo recuerdes, que he venido a pasármelo bien- le contesté bordemente.
Nos llamaron Sara y Lucía. Ya habían elegido una película. Lo que me extraño fue que fuera una de miedo, ya que el día anterior se había estrenado la película de los famosos vampiros, que como diría uno de mis profesores: eran "vampiros descafeinados".
Fuimos a tomar algo. La película no empezaba hasta las nueve. Empecé a olvidarme de Alicia. No me acordé de ella en toda la noche. La verdad es que estuvo bastante bien. En la película, Lucía se sentó a mi lado, y algunas veces agarraba mi brazo y apretaba su cara contra él, como si quisiese evitar mirar a la pantalla. Sergio y Sara estuvieron toda la película dando se besitos, por lo tanto, Sergio no se dio cuenta de como miraba a Lucía.
Al terminar la película, Lucía estaba muy cansada. Me pidió que nos fuéramos a casa, que le extrañaba que fuera a aguantar más. Nos despedimos de Sara y Sergio. En el coche, me sorprendió. Las pocas horas que había compartido con Lucía me había parecido que era una chica llena de energía, que tenia sentido del humor y que no tenía ningún problema al hablar con gente nueva. Pero en el coche no dijo ni una sola palabra. Parecía una flor marchita, su sonrisa ya no se veía. ¿Qué había ocurrido? Cada vez que la veía, mis ojos veían a Alicia. Intenté animarla contándola algún chiste, que aunque sea malo, de lo malo que era podías reírte de la persona que lo contaba. Ella fingía una leve sonrisa, pero su mirada seguía igual. En lo único en lo que nos e parecía físicamente a Alicia, era en sus ojos, sus grandes ojos verdes. Desesperado ya por intentar animarla, la pregunté si quería saber de Alicia, pero que cambió ella tenía que sonreir. Ella asintió con la cabeza. Comencé a hablar:
- Alicia...- se me cortaba la voz, Lucía, al ver lo que me iba a costar contárselo, me agarro la mano que estaba encima de la palanca de cambios, yo cogí aire y continué-, Alicia, era la hija de mis padres de acogida. me enamoré de ella nada más verla. Se parecía mucho a ti, excepto por los ojos, los suyos eran color miel, aunque parecían joyas no transmitían ninguna confianza como los tuyos, esos ojos la hacían mas misteriosa de lo que ya era. Tu nunca sabías que estaba pensando, ni que era lo siguiente que podía hacer.
Al terminar la película, Lucía estaba muy cansada. Me pidió que nos fuéramos a casa, que le extrañaba que fuera a aguantar más. Nos despedimos de Sara y Sergio. En el coche, me sorprendió. Las pocas horas que había compartido con Lucía me había parecido que era una chica llena de energía, que tenia sentido del humor y que no tenía ningún problema al hablar con gente nueva. Pero en el coche no dijo ni una sola palabra. Parecía una flor marchita, su sonrisa ya no se veía. ¿Qué había ocurrido? Cada vez que la veía, mis ojos veían a Alicia. Intenté animarla contándola algún chiste, que aunque sea malo, de lo malo que era podías reírte de la persona que lo contaba. Ella fingía una leve sonrisa, pero su mirada seguía igual. En lo único en lo que nos e parecía físicamente a Alicia, era en sus ojos, sus grandes ojos verdes. Desesperado ya por intentar animarla, la pregunté si quería saber de Alicia, pero que cambió ella tenía que sonreir. Ella asintió con la cabeza. Comencé a hablar:
- Alicia...- se me cortaba la voz, Lucía, al ver lo que me iba a costar contárselo, me agarro la mano que estaba encima de la palanca de cambios, yo cogí aire y continué-, Alicia, era la hija de mis padres de acogida. me enamoré de ella nada más verla. Se parecía mucho a ti, excepto por los ojos, los suyos eran color miel, aunque parecían joyas no transmitían ninguna confianza como los tuyos, esos ojos la hacían mas misteriosa de lo que ya era. Tu nunca sabías que estaba pensando, ni que era lo siguiente que podía hacer.