domingo, 14 de julio de 2013

EN EL MES DE FEBRERO (VII)

- ¿Lucía, quieres que vayamos a ver las películas que hay? - dijo Sara.
Lucía asintió, y se adelantaron ambas hasta la taquilla. Sergio y yo las seguíamos por detrás. Sergio no dejaba de mirarla.
- Oye, tío- me dijo dándome un golpe en el hombro-, tu amiga, ¿no se parece a...?
- Si, se parece pero no me lo recuerdes, que he venido a pasármelo bien- le contesté bordemente.
Nos llamaron Sara y Lucía. Ya habían elegido una película. Lo que me extraño fue que fuera una de miedo, ya que el día anterior se había estrenado la película de los famosos vampiros, que como diría uno de mis profesores: eran "vampiros descafeinados". 
Fuimos a tomar algo. La película no empezaba hasta las nueve. Empecé a olvidarme de Alicia. No me acordé de ella en toda la noche. La verdad es que estuvo bastante bien. En la película, Lucía se sentó a mi lado, y algunas veces agarraba mi brazo y apretaba su cara contra él, como si quisiese evitar mirar a la pantalla. Sergio y Sara estuvieron toda la película dando se besitos, por lo tanto, Sergio no se dio cuenta de como miraba a Lucía.
Al terminar la película, Lucía estaba muy cansada. Me pidió que nos fuéramos a casa, que le extrañaba que fuera a aguantar más. Nos despedimos de Sara y Sergio. En el coche, me sorprendió. Las pocas horas que había compartido con Lucía me había parecido que era una chica llena de energía, que tenia sentido del humor y que no tenía ningún problema al hablar con gente nueva. Pero en el coche no dijo ni una sola palabra. Parecía una flor marchita, su sonrisa ya no se veía. ¿Qué había ocurrido? Cada vez que la veía, mis ojos veían a Alicia. Intenté animarla contándola algún chiste, que aunque sea malo, de lo malo que era podías reírte de la persona que lo contaba. Ella fingía una leve sonrisa, pero su mirada seguía igual. En lo único en lo que nos e parecía físicamente a Alicia, era en sus ojos, sus grandes ojos verdes. Desesperado ya por intentar animarla, la pregunté si quería saber de Alicia, pero que  cambió ella tenía que sonreir. Ella asintió con la cabeza. Comencé a hablar:
- Alicia...- se me cortaba la voz, Lucía, al ver lo que me iba a costar contárselo, me agarro la mano que estaba encima de la palanca de cambios, yo cogí aire y continué-, Alicia, era la hija de mis padres de acogida. me enamoré de ella nada más verla. Se parecía mucho a ti, excepto por los ojos, los suyos eran color miel, aunque parecían joyas no transmitían ninguna confianza como los tuyos, esos ojos la hacían mas misteriosa de lo que ya era. Tu nunca sabías que estaba pensando, ni que era lo siguiente que podía hacer.

miércoles, 10 de julio de 2013

LA MAGIA DE UNOS OJOS VIOLETA (III)

Godric que estaba al  lado de Eneli, corrió a su lado y la abrazó antes de que se desplomara.

  • ¿Qué te dicen?¿Es la primera vez que los ves?¿Por qué no hablas con ellos? ¡Hazlo ya!- dijo Eneli entre lagrimas.
  • ¡No puedo!- grito Arabella
  • ¡¿Porqué?!- le contestó su hermana en el mismo tono.
  • ¡No puedo hacerlo si ellos no me hablan! Necesito que me hablen, que me miren a lo ojos para "contactar" con ellos- respondió intentando no gritar.
Arabella rodeada por los brazos de Godric, apoyando la cara en su pecho, no dejaba de llorar.
Pasado un rato Arabella habló:

  • Eneli, mamá y papá dicen que sienten habernos dejado solas tan pronto, que les habria gustado tener algo más de tiempo para pasarlo con nosotras. Mamá dice que no me presiones, que no se habían dejado ver antes y que se sienten orgullosas de nosotras. A la abuela y a Godric les dan las gracias por haber estado pendientes de nosotras durante tanto tiempo. Papá dice que tengas cuidado con los chicos- se le escapó una pequeña sonrisa, de repente se sonrojo-. ¡Mamá!... 
Durante más de media hora nadie entiendo de que hablaba Arabella, decía frases que estaban fuera de contexto, sonreía, se ponía roja y expresaba más emociones que los que la rodeaban no podían entender. En dicho momento, Eneli soltó gritando desesperada:

  • Arabella, explícame que esta pasando, no entiendo nada...
  • Vale- contestó Arabella con una mirada de comprensión-. Al parecer son Ecuas...
  • ¿Y qué coño es un "Ecuas", a ver?
  • Son espíritus...- empezó a decir Arabella antes de que Godric la cortara.
  • Son espíritus, pero no fantasmas. Los Ecuas son espíritus puros que, además de haber muerto cuando no debían, murieron por una buena causa. Solo las Hime pueden verlos...
  • Espera- le cortó Arabella, separándose de él con fuerza-, ¿cómo sabes TÚ todo eso?
  • Lo sabe, porque es un khranitel- dijo la abuela que no había hablado en toda la mañana.
  • ¡¿Un qué?!- preguntaron Arabella y su hermana simultáneamente.
  • Un khranitel- dijo Godric- soy, lo que viene ser, un guardián de Hime. Es decir de ti, Ari.
  • ¡¿De mi?!¡¿Por qué me tienes que proteger?!¿Papá?¿Mamá?¡¿Y qué has dicho que soy?!
La pobre Arabella no dejaba de preguntar sin dar tiempo a recibir una respuesta. Godric intentaba decir algo de lo que no se veía capaz. Eneli, no reaccionaba ante nada. Anianca no dejaba de correr por la mesa. En esos momentos, la abuela era la única que conservaba la calma. Por lo que se levantó, se acercó a Arabella, la levantó del suelo, cogió el pañuelo de tela que siempre llevaba en el bolsillo y le secó las lagrimas.

  • Tranquila, pequeña- dijo- no es nada malo. Deja de llorar y tranquilízate. Estoy segura de que Godric está dispuesto a explicarte todo lo que le quieras preguntar.

martes, 9 de julio de 2013

LA MAGIA DE UNOS OJOS VIOLETA (II)

Fue el verano pasado. Era un sábado por la mañana, exactamente las 10 de la mañana. Arabella se fue a desayunar al jardín. Allí estaban Godric y Anianca, comiendo galletitas saladas. “¡Qué raro!”, pensó irónicamente Arabella. Se acercó a Anianca y empezó a acariciarla.
  • Anianca dice que no te comas sus galletas- dijo Arabella mirando a Godric.
  • Yo no me como las galletas de la ratona- dijo Godric con la boca llena.
  • Jajaja… Vale, lo que tu digas.
  • ¡Qué no me las como!- dijo Godric abalanzándose hacia Arabella y empezándola a hacer cosquillas.
  • ¡Ah! Jajaja…
Arabella se cayó al suelo, y Godric no paro de hacerla cosquillas aunque esta le pedía que lo hiciera. Cuando Godric se desconcentró tan solo un segundo mirándola sonreír, Arabella cambió las tornas y ella empezó a hacerle cosquillas. En ese momento, Arabella vio el colgante y paró.
  • ¿Qué es eso?- preguntó Arabella muy seria, señalando el colgante.
  • ¿Esto? Un colgante de una estrella y una gota- contestó Godric, hablando como si Arabella fuera tonta.
  • ¡Idiota! Quería decir qué como lo conseguiste.
  • Eso es un secreto.
  • Anda, no venga… Dímelo.
  • No puedo- le dijo-. Solo te puedo decir que este es único en el universo, y que sin él tengo la sensación de que no soy yo mismo.
  • Ah… ¿Tan importante es?
  • Si, y algún día se lo entregaré a una persona que tenga una mirada sincera. Porque si tiene una mirada sincera su alma también lo será.
  • Qué suerte tendrá aquella persona.
Que Godric le regalara el colgante, significaba que para el, ella era especial. No solo eso, además había renunciado a una parte de él para entregársela a ella. Godric no podía haberle hecho mejor regalo.
  • Te han gustado tus regalos, ¿entonces?- preguntó Eneli.
  • Si, me han encantado todos, de verdad, son geniales- contestó.

  • Bueno, Arabella, vamos, que tienes que ir a clase- dijo la abuela tras un silencio.
  • Si, además hoy tengo examen de...- dijo Arabella sin terminar la frase.
Se había quedado enbobada, mirando a la nada.
  • ¿Qué es eso?- dijo Arabella- ¿Quiénes son?
  • ¡¿Qué?! Si ahí no hay nada, Ari - dijo Eneli señalando hacia donde ella miraba.
  • ¡Si!, hay dos personas. Un hombre y una mujer. No son como nosotros, opacos; sino más bien traslúcidos. Me están hablando- respondió asustada.
Nadie la miraba raro. Ni Eneli, ni la abuela, ni Godric se sorprendieron hablara de cosas que ellos no entendian. Así que solo le preguntaban qué veía, cómo era, dónde estaba, si la hablaba, y demás preguntas. Pero ese día nadie le preguntó, porque de repente se le llenaron los ojos de lagrimas.
  • ¿Qué pasa, cariño?- pregunto la abuela calmadamente.
  • Nada, que yo conozco a estas personas aunque no sé si podrían llamarse así. Tu abuela también les conoces y Eneli también- Arabella calló un segundo.
Miró a los que le rodeaban, pensó que a lo mejor se les ocurría quiénes eran. Pero nadie abrió la boca solo se miraban sorprendidos.
  • Son papá y mamá- dijo emocionada sin poder aguantar las lagrimas.

lunes, 8 de julio de 2013

LA MAGIA DE UNOS OJOS VIOLETA (I)

Sonó el despertador. Lo apagó con desgana. Como todas las mañanas, Arabella se iba a poner en pie para prepararse para ir al colegio. Se levantaría, se lavaría la cara, se cepillaría el pelo delante del espejo y se maquillaría dibujándose una raya negra en los ojos, resaltando sus ojos color violeta. Después de arreglarse, bajaría a desayunar con su abuela y su hermana Eneli. Se tomaría su bol de cereales con leche fría y se iría al colegio.
Pero ese día cuando abrió los ojos, encontró encima de la cama tres pequeños paquetes. El primero, un paquete rectangular envuelto en un papel de color rosa con un lazo amarillo, Arabella supuso que sería el regalo de su hermana, Eneli. El segundo, envuelto en papel de periódico de mala manera, con forma irregular y escrito con un rotulador negro: “Para Ari”, tenía que ser de Godric. El siempre tan considerado. Arabella no pudo evitar sacar una sonrisa. Y el tercero, una cajita de madera, como si fuera un joyero, con una frase grabada: “La verdad es nuestra mejor arma, solo hay que saber encontrarla”, sin lugar a dudas, era el regalo de su abuela. Fue el primero que abrió. Dentro de la cajita había una pulsera de plata sencilla sin cierres con una piedra, no muy grande pero tampoco demasiado pequeña, de color morado. En cuanto rozó la pulsera con uno de sus dedos, la piedra cambió de morado a violeta. “¡Qué gran regalo, abuela!”, pensó Arabella. El cambio de color de la piedra no le sorprendió. Arabella ya estaba acostumbrada a ese tipo de cosas extrañas. Ella era la que solía provocar cosas extrañas. Arabella conocía los pensamientos, y captaba los sentimientos. Le costaba reprimir esta habilidad, sobre todo con su familia. Además de otras muchas habilidades que son difíciles de describir o de darles un nombre.
El segundo que abrió fue el de su hermana. Debajo del papel de regalo, había un cuadro envuelto en papel de embalar. Cuando lo desenvolvió, los ojos se le llenaron de lágrimas. Era una fotografía enmarcada de dos niñas con sus padres. Enseguida supo quien eran esas personas. Eran ellas con sus padres. Su hermana no le regalaba muchas cosas pero cuando lo hacía, eran regalos realmente especiales.
El regalo de Godric decidió que lo abriría cuando el y su pequeña ratoncita, Anianca, estuvieran delante. No pensó en Godric al tomar esta decisión más bien en Anianca. A aquella pequeña ratoncita le había cogido cariño, sabía que le haría ilusión que se esperase a abrirlo.
Bajó a desayunar. En la cocina se encontró a su hermana Eneli leyendo un libro de Jane Austen, el libro se llamaba: “Orgullo y Prejuicio”, y a su abuela sentada en una silla cerca de la ventana esperando su llegada. Se acercó a ella. Le dio un beso y un abrazo. Saludó a su hermana con un alegre “Buenos días”. Su hermana la respondió con un movimiento de cabeza sin apartar la mirada del libro. Cuando Arabella pasó por su lado le susurró un “Muchas gracias”, al que ella respondió con una sonrisa sin dejar de mirar el libro. Se sentó a desayunar. Echó los cereales en su bol de cerámica color verde pistacho. Se levantó. Cogió la leche de la nevera, y empezó a echársela en su bol.
Mientras se echaba la leche, alguien llamó a la puerta. Sabía quién era, ¿quién sino iba a ser un jueves a las siete de la mañana? Era Godric. Se puso nerviosa. Se le calló la leche. Se manchó el pijama.
  • Ari, que torpe estás- le dijo su abuela con una sonrisa-. Vete a cambiarte y coge también el regalo. Eneli, ¿te importaría abrir por favor?
Eneli dejo el libro abierto boca abajo, y se fue a abrir la puerta. Arabella subió las escaleras. Fue a su habitación. Se puso el uniforme del colegio. Cogió el regalo y bajó otra vez a la cocina.
En la cocina, se habían unido Godric y Anianca. Godric, el amigo de infancia de Eneli, iba vestido con su habitual cazadora de cuero negro y sus vaqueros oscuros un poco desgastados. Se estaba comiendo el bol de cereales, que Arabella se había preparado, mientras decía algo que no era entendible. A todos los presente se les escapó una sonrisa, incluso la pequeña ratoncita parecía que estaba sonriendo. Anianca, que estaba encima de la mesa, estaba comiendo una galletita salada que la abuela le había dado. Eneli estaba limpiando el destrozo que Arabella había causado. Cuando se dieron cuenta de su presencia, Godric se acercó a ella. Llevaba en la mano un pastelito de chocolate con un dibujo arriba de glaseado que ponía un 16.
  • Felicidades, pequeña- dijo Godric mientras le entregaba el pastelito y la daba un gran abrazo.
Esto puso nerviosa a Arabella. Godric la ponía nerviosa. No porque le odiara, sino porque se quedaba muda cuando le veía.
  • Hola Godric- dijo Arabella pasando por su lado con una indiferencia mal disimulada.
Se acercó a la ratoncita que estaba en la mesa. Le puso la mano enfrente de la cara y Anianca se subió.
  • Hola Anianca- dijo Arabella-, no he abierto vuestro regalo todavía. Os estaba esperando para abrirlo.
  • Muchas gracias, Ari- dijo Anianca. Aunque el resto solo pudieron oír un ruido casi inaudible.
Arabella dejo a Anianca donde estaba y empezó a romper el papel de periódico. Tras varias capas de papel de papel de periódico encontró el regalo. En cuanto lo vio no pudo evitar un grito, le dio un beso a la ratoncita y corrió a abrazar a Godric.
  • Sabía que te iba a encantar- le susurró Godric a Arabella mientras esta le abrazaba.
  • Muchas gracias, sé que es importante- contestó ella en el mismo tono.
  • Cuídalo bien, ¿vale? Ya sabes que es único.
  • ¡Venga, chicos! ¿Qué es, Ari?- preguntó Eneli.
Arabella se lo enseñó. El regalo de Godric era un colgante que él solía llevar colgado por un cordel negro, formado por una estrella de cinco puntas y una gotita en uno de sus brazos. Todo esto en plata. Arabella sabía lo mucho que le había costado a Godric regalarle aquel colgante. Se lo había insinuado en aquella ocasión.

He vuelto....

Hola!! :) He vuelto. Siento la tardanza y la espera, pero es que tenía mucho que estudiar. Pero ya tengo tiempo libre,  y ame puedo dedicar un poquito a vosotros mis queridos lectores... jajajaj
Espero que me hayáis echado de menos, a mi y a mis historias...
Bueno, que he vuelto con una  nueva historia y la continuación de "En el mes de Febrero", quiero comentarios...
Leerme, por favor, y no olvidéis una cosa: imagina todo lo que quieras y haz realidad tus sueños