Sonó
el despertador. Lo apagó con desgana. Como todas las mañanas,
Arabella se iba a poner en pie para prepararse para ir al colegio. Se
levantaría, se lavaría la cara, se cepillaría el pelo delante del
espejo y se maquillaría dibujándose una raya negra en los ojos,
resaltando sus ojos color violeta. Después de arreglarse, bajaría a
desayunar con su abuela y su hermana Eneli. Se tomaría su bol de
cereales con leche fría y se iría al colegio.
Pero
ese día cuando abrió los ojos, encontró encima de la cama tres
pequeños paquetes. El primero, un paquete rectangular envuelto en un
papel de color rosa con un lazo amarillo, Arabella supuso que sería
el regalo de su hermana, Eneli. El segundo, envuelto en papel de
periódico de mala manera, con forma irregular y escrito con un
rotulador negro: “Para Ari”,
tenía que ser de Godric. El siempre tan considerado. Arabella no
pudo evitar sacar una sonrisa. Y el tercero, una cajita de madera,
como si fuera un joyero, con una frase grabada: “La
verdad es nuestra mejor arma, solo hay que saber encontrarla”,
sin lugar a dudas, era el regalo de su abuela. Fue el primero que
abrió. Dentro de la cajita había una pulsera de plata sencilla sin
cierres con una piedra, no muy grande pero tampoco demasiado
pequeña, de color morado. En cuanto rozó la pulsera con uno de sus
dedos, la piedra cambió de morado a violeta. “¡Qué gran regalo,
abuela!”, pensó Arabella. El cambio de color de la piedra no le
sorprendió. Arabella ya estaba acostumbrada a ese tipo de cosas
extrañas. Ella era la que solía provocar cosas extrañas. Arabella conocía los pensamientos, y captaba los
sentimientos. Le costaba reprimir esta habilidad, sobre todo con su
familia. Además de otras muchas habilidades que son difíciles de describir o de darles un nombre.
El
segundo que abrió fue el de su hermana. Debajo del papel de regalo,
había un cuadro envuelto en papel de embalar. Cuando lo desenvolvió,
los ojos se le llenaron de lágrimas. Era una fotografía enmarcada
de dos niñas con sus padres. Enseguida supo quien eran esas
personas. Eran ellas con sus padres. Su hermana no le regalaba muchas
cosas pero cuando lo hacía, eran regalos realmente especiales.
El
regalo de Godric decidió que lo abriría cuando el y su pequeña
ratoncita, Anianca, estuvieran delante. No pensó en Godric al tomar
esta decisión más bien en Anianca. A aquella pequeña ratoncita le
había cogido cariño, sabía que le haría ilusión que se esperase
a abrirlo.
Bajó
a desayunar. En la cocina se encontró a su hermana Eneli leyendo un
libro de Jane Austen, el libro se llamaba: “Orgullo
y Prejuicio”, y a su abuela sentada en una
silla cerca de la ventana esperando su llegada. Se acercó a ella. Le
dio un beso y un abrazo. Saludó a su hermana con un alegre “Buenos
días”. Su hermana la respondió con un movimiento de cabeza sin
apartar la mirada del libro. Cuando Arabella pasó por su lado le
susurró un “Muchas gracias”, al que ella respondió con una
sonrisa sin dejar de mirar el libro. Se sentó a desayunar. Echó los
cereales en su bol de cerámica color verde pistacho. Se levantó.
Cogió la leche de la nevera, y empezó a echársela en su bol.
Mientras
se echaba la leche, alguien llamó a la puerta. Sabía quién era,
¿quién sino iba a ser un jueves a las siete de la mañana? Era
Godric. Se puso nerviosa. Se le calló la leche. Se manchó el
pijama.
- Ari, que torpe estás- le dijo su abuela con una sonrisa-. Vete a cambiarte y coge también el regalo. Eneli, ¿te importaría abrir por favor?
Eneli
dejo el libro abierto boca abajo, y se fue a abrir la puerta.
Arabella subió las escaleras. Fue a su habitación. Se puso el
uniforme del colegio. Cogió el regalo y bajó otra vez a la cocina.
En
la cocina, se habían unido Godric y Anianca. Godric, el amigo de
infancia de Eneli, iba vestido con su habitual cazadora de cuero
negro y sus vaqueros oscuros un poco desgastados. Se estaba comiendo
el bol de cereales, que Arabella se había preparado, mientras decía
algo que no era entendible. A todos los presente se les escapó una
sonrisa, incluso la pequeña ratoncita parecía que estaba sonriendo.
Anianca, que estaba encima de la mesa, estaba comiendo una galletita
salada que la abuela le había dado. Eneli estaba limpiando el
destrozo que Arabella había causado. Cuando se dieron cuenta de su
presencia, Godric se acercó a ella. Llevaba en la mano un pastelito
de chocolate con un dibujo arriba de glaseado que ponía un 16.
- Felicidades, pequeña- dijo Godric mientras le entregaba el pastelito y la daba un gran abrazo.
Esto
puso nerviosa a Arabella. Godric la ponía nerviosa. No porque le
odiara, sino porque se quedaba muda cuando le veía.
- Hola Godric- dijo Arabella pasando por su lado con una indiferencia mal disimulada.
Se
acercó a la ratoncita que estaba en la mesa. Le puso la mano
enfrente de la cara y Anianca se subió.
- Hola Anianca- dijo Arabella-, no he abierto vuestro regalo todavía. Os estaba esperando para abrirlo.
- Muchas gracias, Ari- dijo Anianca. Aunque el resto solo pudieron oír un ruido casi inaudible.
Arabella
dejo a Anianca donde estaba y empezó a romper el papel de periódico.
Tras varias capas de papel de papel de periódico encontró el
regalo. En cuanto lo vio no pudo evitar un grito, le dio un beso a la
ratoncita y corrió a abrazar a Godric.
- Sabía que te iba a encantar- le susurró Godric a Arabella mientras esta le abrazaba.
- Muchas gracias, sé que es importante- contestó ella en el mismo tono.
- Cuídalo bien, ¿vale? Ya sabes que es único.
- ¡Venga, chicos! ¿Qué es, Ari?- preguntó Eneli.
Arabella
se lo enseñó. El regalo de Godric era un colgante que él solía
llevar colgado por un cordel negro, formado por una estrella de cinco
puntas y una gotita en uno de sus brazos. Todo esto en plata.
Arabella sabía lo mucho que le había costado a Godric regalarle
aquel colgante. Se lo había insinuado en aquella ocasión.
Hum, un relato largo para saciar mi sed de lectura, me he dejado los libros del brujo de Geralt de Rivia y no tengo nada para leer, buen relato, y largo, como me gustan! Pero no olvides los que ya has empezado ^^
ResponderEliminarIsmalus
Muy bueno. Sigue. Y revisa la ortografía ;-)
ResponderEliminar