domingo, 20 de octubre de 2013

EN EL MES DE FEBRERO (VIII)

Hice una pausa y continué.
- Alicia y yo nos enamoramos y cuando nuestros padres se enteraron fue el año que empecé la universidad. Me mandaron a la otra punta del mundo para evitar que se "estrecharan lazos" según ellos. Alicia siempre había sido una chica solitaria, o al menos era lo que yo pensaba, y pensaba que esta era la causa de que no tuviera amistades en el colegio. Al parecer, sufria de acoso en el colegio. Hasta tal punto que sus compañeras la invitaron a una fiesta para que fuera acosada por unos chicos. Prefirió no contarle nada a sus padres para no preocuparles, pero, estos al prohibirla venir a verme, cayó en tal depresión que se volvió completamente loca. me enteré de que mis "padres" se iban de viaje de negocios y decidí ir a verla. Yo no sabía nada de lo que estaba pasando. Cuando llegué a la casa, grité emocionado su nombre pero nadie contestó. Pensé que a lo mejor estaba en su cuarto estudiando con los cascos a todo volumen como solía hacer, pero cuando entré en su cuarto ella.. ella...
No pude seguir hablando. Contuve las lagrimas. La casa ya estaba cerca.
Lucia y yo no cruzamos palabra lo que quedó de noche. Le conté sobre Alicia con la intención de hacerla sonreír y al final fui yo el que necesitaba que le sacaran una sonrisa. Esa noche soñé con Alicia, me acuerdo de ese sueño tanto como si fuese real, y el caso es que lo fue. 
Durante varias semanas no tuve una conversación con nadie de no más de 10 minutos. Sergio me llamaba todas las tardes con la intención de animarme, me invitaba a salir, me proponia planes y me contaba chistes tan malos, que cualquiera se hubiera reido simplemente por lo malos que eran, pero mi respuesta siempre era una sonrisa forzada y un no con a cabeza. Tras el primer mes, comprendió que la cosa no iba a variar mucho y creyó necesario dejarme espacio suficiente para pensar, pero sin olvidar que estar solo nunca es bueno para nadie. 
Lucia, a diferencia de Sergio, no intentó animarme, directamente me dejo mi espacio. No la veía nunca, no sabía nada de ella, llegó un momento en el que creí que no sería capaz de reconocer su tono de pelo. Oía el agua correr, alguna puerta cerrarse, el sonido de  las escaleras cuando alguien subía o bajaba, estas cosas del día a día eran las que me hacían saber que ella seguía allí, y si no era ella tampoco me importaba, en esos momentos necesitaba la compañía de alguien silencioso, tan silencioso que ni siquiera me hablase.
A veces me despertaba por las mañanas preguntándome sis ese día disfrutara de tan gustosa compañía, mis dudas desparecían cuando bajaba a desayunar. En la encimera de la cocina encontraba al lado de una taza de café lista para calentar en el microondas una nota diciéndome un buenos días y suplicando por una sonrisa. Yo cumplía su deseo, aunque yo no me diese cuenta.

2 comentarios:

  1. Me gusta. Lo sigo.
    Pero cuidado con la redacción.
    Continúa.

    Por favor.

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    1. Gracias :D me alegro que me leas e intentaré mejorar la redacción....

      No dejes de leerme por favor

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