lunes, 18 de noviembre de 2013

EN EL MES DE FEBRERO (XV)

Se marchó así sin más. No se si fue por aquella llamada que recibió el día antes de que yo perdiera a mi silenciosa compañía. Podría haber ignorado la llamada y yo seguiría con ella, pero claro Lucía es todo un misterio al cual me encanta rondar.


El caso es que nos habíamos pasado todo el día en casa simplemente estando uno la lado del otro, sin cruzar palabra. Yo dibujaba o pintaba y ella se sentaba a cierta distancia de mi y miraba lo que hacía, me ponía un poco nervioso pero me gustaba tenerla cerca, era agradable. Yo no me dí cuenta de que ella estaba ahí hasta que sonó un teléfono. Me giré y la vi dar un respingo. Se toqueteó los bolsillos hasta que encontró un aparatito pequeño negro. "¡¿Desde cuando Lucia tenía móvil?!", pensé. ¿Porqué me sorprendía? Lucia era todo secretos.
- Dime- contestó al teléfono seria.
Se escuchaba una voz masculina al otro lado del teléfono, parecía que sollozaba.
- No puedo volver ahora- me miró, se metió a una habitación, cerró la puerta y siguió hablando.
Yo, tan curioso como siempre, no pude evitara acercarme sigilosamente a la puerta y pegar la oreja a esta para ver si se escuchaba algo. ¿Acaso estaba en una película o qué? A pesar de que me acerqué a la puerta lo máximo que pude oír fue el nombre de la persona con quien hablaba, que se llamaba Héctor, y su tono de voz se oía muy preocupado y enfadado, pero sobre todo preocupado . Oí que se acercaba.
- Vale, gracias Hec..- dijo mientras abría la puerta y me encontraba a mi en cuclillas.
-¿Qué haces aquí, cotillo?- dijo ella colgando el teléfono y empujándome con el pié haciéndome perder el equilibrio y caer el suelo, estallando así ella en carcajadas.
Por muy enfadado que estuviera, el sonido de su risa me calmaba.
Me acomodé en el suelo y ella se sentó a mi lado.
- ¿Te vas?- le pregunté preocupado de perderla.
- No lo se- dijo ella alzando la mirada-. Espero que no.
- ¿Porqué te tendrías que ir?
Sonrió sin mirarme. Sabía que no me lo iba a decir.
- Todo...
-... llegará en su momento- dije interrumpiéndola, acabando la frase.
Me levanté.
- Solo espero no perderte- le dije sin pensar ofreciéndole la mano para ayudarla a levantarse.
Me sonrió sin decir palabra. El resto del día no cruzamos palabra, seguimos como si no hubiera pasado nada. Por la noche, noté como entraba ne mi habitación y se metía en mi cama. Apoyaba su cabeza en mi pecho, cogía mi brazo y rodeaba con el su cintura. Me dio un beso en la mejilla y se durmió. Al día siguiente, ella despareció dejando a su paso solamente una carta encima de mi mesilla de noche. Al principio no quise leerla, estaba, muy enfadado con ella. ¿Porqué se habría ido? Está pregunta me reconcomió durante días, y movido por la curiosidad la leí (¡¿porqué soy tan cotilla?!).

Hola Josh, siento despedirme de ti de esta forma pero sabía 
que si te lo decía a la cara no ibas a dejar de hacerme 
preguntas y al final no podría irme. 
Ha ocurrido algo en mi casa y tengo que volver,
te mandaré una carta cuando sepa que va a pasar.

Siento que debo recompensarte por mancharme
de esta forma, por ello creo que debo decirte al menos 
porque me he ido.
Mi hermana, Sophia, esta muy enferma  y es probable que... 
Bueno, ya sabes  a que me refiero. Sophia es mi hermana 
pequeña, nos llevamos un par de años de diferencia.
Fue a su causa por la que quise conocerte.

Siento dejarte con ganas de saber más pero me tengo que marchar.
Espera por mi carta, te explicaré lo que pueda.
Con mucho cariño, Lucy


¡¿Cómo que quiso conocerme a causa de su hermana?! Siento lo de su hermana, pero podría habérmelo dicho y yo la habría acompañado. Nunca me dijo que tenía una hermana. Aunque viniendo de Lucía cualquier cosa era posible. No entendía nada, me dice de su hermana a través de una carta, y luego quiere que espere por su carta, al principio renuncié a la espera, sentía que había dañado mi orgullo, pero me di cuenta de que todas las mañanas miraba el buzón antes de salir a correr por si había llegado. Deseaba que llegara.

Esperé durante semana a que llegara esa carta, muchas veces me he dicho que no sabría nada de ella y he estado a punto de dejar de esperar esta carta, pero deseaba con tanta ansia que llegara su carta que ahora tengo miedo de abrirla. Si la abro y se más de ella podría decepcionarme y destruiría el bonito de recuerdo de ella, pero si no la abro me estaré preguntando todo mi vida "¿y si...?". ¡MIERDA!¡¿Qué hago? "Ábrela maricona", maldita conciencia. Leo:

Hola Josh,
Creo que ha pasado un mes desde que me fui simplemente
dejando una carta a mi paso. Lo siento, se que mis 
disculpas no serán suficientes pero espero que
mis respuestas a las preguntas que te han estado rondando 
la cabeza si lo sean.

Creo que lo mejor para que entiendas todo será que empiece desde 
principio: me llamo Lucy Rose Williams y tengo 20 años. Si, se que
dije que tenía 16 pero soy de tu misma edad. Soy bailarina 
profesional, es por eso que sigo pareciendo una quinceañera. 
Mi hermana Sophie, la cual acaba de morir hace un par 
de días era la que tenía 16. Sophie no es mi hermana de sangre,
mi madre se casó con un tipo viudo que había perdido a su 
mujer de leucemia, la misma enfermedad por la cual a muerto mi hermana,
después de la boda vino a recogerme a Inglaterra
para sacarme del basurero en el que vivía.
Ahora vivo en Madrid con ella, mi padrastro y mi hermanastro Hector.
Hector era el mellizo de Sophie, ha estado cubriéndome todos estos 
meses para que mis padres no me buscaran. 
Soy prima ballerina del Royal Ballet de Londres, ahora mismo estoy de
baja por una torcedura de tobillo, pero aun así el dinero no era un 
problema.

Espero haber resuelto alguna de tus dudas, pero seguramente te 
habrán surgido más dudas que antes. No se que va a pasar a partir de 
ahora, aunque se que nos reencontraremos en un futuro.
Con deseos de volver a verte, Lucy.

P.D.: Estate atento al correo.


Ahora si que no entiendo nada, no me ha explicado una mierda, solo ha hecho que me cabree. ¡¿Pero esta tipa de que va?! Llega a mi vida, la descoloca por completa y luego se va, es como si viviera en un mes de Febrero constante. Estas en plena estación invernal, es el mes mas corto del año, el tiempo se te pasa volando y solo quieres que vuelva a ser 1 de Febrero. Cuando llegas a final de mes no sabes si vas a tener un día mas o no, todo depende del año. Lucia y Febrero son sinónimos para mi, me encanta el mes de Febrero pero es un mes muy confuso, puede nevar y hacer sol, puede ser más largo o más corto, puedes tener amor o no. Pensar en Lucia es como estar en el mes de Febrero.
Creo que me va a tocar esperar para saber más de Lucía. Joder, ¡¿PORQUÉ TIENE QUE SER TAN COMPLICADA?! No entiendo nada. Toda ella es un misterio.  



domingo, 10 de noviembre de 2013

EN EL MES DE FEBRERO (XIV)

Hola :) Nunca pensé que llegaría a escribir tantas partes, pero lo estoy haciendo y estoy contenta de mi trabajo. Aunque muy poca gente me lea, me gusta lo que escribo y me gusta el simple hecho de escribir. Gracias a los que me apoyais para seguir escribiendo y me dejais comentarios despues de cada parte os lo agradezco.
P.D.: Esto solo ha sido un aparte... Ahora continúo con lo mío...
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- ¿Te acuerdas lo qué te conté acerca de mi padre?- asentí- Pues es cierto que mi padre fuera un borracho y mi madre se fuera porque la pegara, pero hace un par de años mi madre volvió a por mi.
Si eso era cierto no entendía por que había huido de su casa, me contó que había sido culpa de los continuos golpes de su padre. Frente a mi cara de sorpresa continuó.
- Mi madre había conseguido una gran fortuna, es la directiva de una de las mayores multinacionales del mundo. Me contó que sentía haberme abandonado de esa forma, pero que para que yo pudiera escapar de las garras de mi padre tuvo que hacerlo. La he perdonado a medias, pero al menos ya no estoy con el borracho de mi padre.
- Eso no me explica nada -repliqué.
- Si... Explica de donde he sacado el dinero- dijo tocandóme la nariz con su dedo indice.
- ¿Entonces tu madre sabe dónde estas?
- No- dijo con un tono despreocupado.
- Entonces sigo sin explicarme de donde sacas el dinero...
- ¡¿De dónde sacas esa relación?!
- Pues que no entiendo como tu madre no te viene a buscar si sacas el dinero de su cuenta y si tampoco le has dicho donde estabas...
- ¡Alto! Yo no te he dicho que saque el dinero de su cuenta...
- Entoces... esto... no entiendo nada... creo que estoy más confundido que antes...
Su risa me hizo olvidarme de esa confusión por un momento. Acerco su frente a la mia, y susurro un te quiero a pocos centímetros de mi boca. Despues, me besó.
¡¿Cuántos besos iban ya en una sola tarde?!

El resto de las vacaciones fueron más tranquilas. No descubrí nada nuevo acerca de Lucía, pero tampoco lo necesitaba. Estaba a su lado viendola sonreir dia y noche y no podía existir cosa en el mundo que me hiciera sentir..., es que no se ni que palabra usar, no tiene palabras ese sentimiento.
Volvimos a casa de nuestras vacaciones 10 días despues. Los pintores hicieron un gran trabajo, la casa quedó realmente preciosa. Lucía y yo parecíamos una pareja de enamorados adolescentes. Nos besabamos, ibamos de la mano a todos lados, eramos pegajosos... Lucía me hacía olvidar a Alicia, y a la vez me hacía extrañarla. Se parecía tanto a ella, que eran sus ojos verdes los que me hacían darme cuenta que era diferente. Sus ojos y sus besos. Alicia y yo nos besamos, pero nuestros besos no me aceleraban el pulso, no hacían temblar mis piernas, y mucho menos me provocaba estas aguilas imperiales en el estomago. Me estaba enamorando y eso me daba miedo, porque sabía muy poco de la vida de Lucía. Sabía que su madre tenía dinero y ya, nada más. Sabía como era ella, ella era risueña, sonreía por todo y siempre veía el lado positivo de las cosas, ella era despreocupada y desvergonzada, bailaba y cantaba por la calle como si estuviera en casa frente a su espejo. También tenía sus menos, tenía un caracter muy fuerte, si ella decía que tenía la razón quien lo iba a discutir, era muy sincera, a veces demasiado. No daba a conocer lo que pensaba, a pesar de que fuera muy expresiva. Te demostraba que le pasaba algo pero nunca te decía el porque. Me encantaría meterme en su cabeza y saber lo que piensa.
Mi vida era más complicada con ella a mi lado, pero en el sentido positivo. Hacía que no fuera monótona, me hacía sentir, me hacía sentirme vivo. Y tres meses despues de volver de vacaciones, de hacer que me enamorará perdidamente de ella, de vivir un montón de experiencias que hacian estallar a los dragones de mi estomago, se marchó.

EN EL MES DE FEBRERO (XIII)

Me levanté dos horas despues y me quedé mirando al techo un rato. Menuda nochecita me había dado el comentario de Lucia. Hoy me lo iba a contar todo, el porque de las mentiras, de donde sacaba tanto dinero y porque necesitaba conocerme. Que tocaran a la puerta me sacó de mis pensamientos.
- Josh, ¿estas despierto?- preguntó Lucia.
- No, por eso te contesto.
- Jo, no seas malo conmigo que tengo un dolor de cabeza....- dijo ella entrando en mi cuarto.
- No me extraña con el pedo que te pillaste anoche...
-¿Tanto me emborraché?
La contesté haciendo el mismo gesto con los dedos que ella me hizo la noche anterior.
- ¿Y eso que significa?- dijo ella mientras se sentaba en mi cama.
- Que estabas como una cuba...
- ¿Dije algo extraño?
- ¿Siempre dices cosas tan divertidas cuando estas borrachas?
Me miró con cara extraña.
- Me dijiste que tu primer coche ladraba y que tu perro hacia brum cuando llegabas a casa...
La miré y estaba sonrojada tapándose la cara con las manos.
- ¡Que vergüenza! ¿Dije alguna otra cosa?
No sabía si responderla.
- ¡Ay, madre! ¡Lo hice!- dijo ella sorprendiendome-. ¿Qué dije...? No me lo digas. Bueno, ¡si, dimelo! Por favor...
Rodé en la cama y quedé mirando hacia al otro lado. Lucia me zarandeó agarrandome por el costado. Me suplicaba que se lo contara. Molesto me levanté.
- Eres tu la que debería decirme a mi un par de cosas no crees... Como por ejemplo, ¿de donde narices sacas tanto dinero?- la grité.
- Ya te lo dije, trabajando.
- Me cuesta creer que con 17 años hayas conseguido un trabajo que te abastezca de tal forma que seas capaz de pagar cuatro billetes de tren de primera y una suite en un hotel de cinco estrellas.
Ella no dijo nada. Tenía razon, me había engañado.
- Me voy
- No te vayas- me dijo ella con ojos suplicantes-. Por favor... Te lo contaré todo a su debido tiempo, pero para ello necesito que te quedes aquí, conmigo.
Esos ojos, esos ojos verdes suplicantes hicieron cambiar mi opinión. ¡¿Porqué que tenían esos ojos que me hacian ceder y cambiar?!
- Me quedo- dije intentando parecer calmando aunque estaba que echaba humo por la orejas-, sal de mi cuarto.
- Pero...
- ¡Fuera!
Se dió cuenta del cabreo que tenía y salió rápido sin decir nada. Bajé a desayunar yo solo, cuando oí que Lucia salía de la suite. No quería encontrarmela pero tenía la necesidad de vigilarla. Desyunó con Sara y Sergio, estuvieron riendose y charlando.
A media mañana, Sergio me llamó y me ordenó que bajara a la playa con ellos, me lo ordenó diciendome que o bajaba a la playa o dejaba de ser mi amigo. Frente a esa amenaza, cedí.
Me puse el bañador y bajé a la recepción del hotel, llevaba conmigo una mochila con una toalla y alguna que otra cosa. En la recepción estaban Sergio, Sara y Lucia hablando animadamente. ¿Porqué me molestaba tanto que así fuera? Les saludé. Salimos del hotel por la puerta que nos llegaba directamente a la playa privada. Era una playa impresionante, la arena blanca y fina, el agua cristalina, sin chiringuitos ni basura. Era un paraiso.
Lucía me miró, vió mi cara, me agarró de la mano y echó a correr. Arrastrado por ella también corrí. Ella tropezó y cayó al suelo, haciendome perder el equilibrio y caer con ella. Rodamos por la arena riendo. Cuando paramos, yo estaba encima de ella a escasos centimetros de esa boca que me pedía a gritos un beso. Subí la mirada, y vi una cara completamente roja. No pude contener la risa, realmente era una adolescente. Me aparté riendome, quedándome sentado sobre ella. Ella me tiró a la a base de golpes. Yo no podía parar de reir. La abracé,la acerqué hacia mi y sin pensarlo la besé.
Lucía al principio se resistió un poco pero luego se dejó llevar. Abrí mis ojos, y la vi a ella. ¡Dios! ¡Cómo una chica podía ser tan bella!
Nuestro beso continuó hasta que fuimos interrumpidos por Sergio:
- Lo sabía, sabía que Lucía te gustaba- dijo el señalandome con el dedo.
Me levanté y la furia de mis ojos le hizo huir mientras gritaba "lo sabia, lo sabia". Le perseguí por toda la playa. Paramos de correr dentro del agua ya, cuando esta nos llegaba por los tobillos. Me gustaria que el tiempo se hubiera detenido, rodeado de una chica preciosa que me hacia sentir cosas explosivas y la compañia de mi mejor amigo, de mi hermano de no-sangre. Estaba feliz, muy feliz.
Lucia y Sara se acercaron a nosotros y empezaron a echarnos agua. Yo cogí a Lucía en brazos y la llevé lejos de la orilla mientras ella gritaba que que fría estaba el agua.
Cuando estuve lo suficientemente lejos de la orilla paré. Yo tocaba el fondo pero ella no. La veía intentar flotar pero le costaba, por lo que la cogí de un brazo acercándola obligandola a abrazarme con sus piernas. Tenía una sonrisa en la cara que me hacía temblar.
"¡Dios, me está volviendo loco!", pensé. Me miró extrañada.
- ¿Qué te está volviendo loco?- me dijo.
¡Mierda! Me había oido, mejor dicho, lo había dicho en voz alta. Me avergoncé.
- ¿Me contestas?
- No es nada...
- No, venga, dime...- dijo alzando sus brazos alrededor de mi cuello y acercándose más a mi.
- Que no es nada...- dije apartando la mirada.
Su mirada me penetrabra en lo más hondo de mi ser, no podría aguantar ni un minuto más apartandole la mirada. Necesitaba ver esos ojos verdes, quería contarselo todo, todo lo que sentía, todo lo que ella me hacía sentir. Y sin quererlo exploté.
- Tú, Lucía, tú me estas volviendo loco. Tu boca, la manera en la que sonries, tus grandes verdes ojos, tus gestos, tus locuras me enamoran cada día más. Pero tus mentiras me matan, y me maté saber que me mientes. Me rompes...
Antes de que pudiera acabar la frase me besó, me besó tan apasionadamente que cuando nos separamos me faltaba el aire, tenía la respiración entrecortada. Pegó su frente a la mía y me susurró un te quiero.
Cuando el corazón se me calmó, aparté mi frente de la suya y la miré a lo ojos.
- Necesito que me cuentes la verdad- le dije seriamente.
- Aún no- dijo mientras negaba con la cabeza.
- Dime al menos algo que sea cierto...- la miré suplicante.
Al parecer, ella tampoco podía resistirse a mi mirada y cedió.

jueves, 7 de noviembre de 2013

EN EL MES DE FEBRERO (XII)

Despues de que Lucia se metiera en el cuarto, cerre mi puerta dando un golpe y me metí en la cama de mal humor. Me desperté de golpe, miré el reloj, las cinco de la mañana. Me di la vuelta he intenté seguir durmiendo. Un estruendo hizo que me levantara de la cama sobresaltado. Me dejé caer de nuevo en la cama. Volví a oir otro golpe. Me pregunté por Lucia. Decidí levantarme y comprobar que pasaba. Cuando salí de mi cuarto, me encontré a Lucia sentada en el suelo con una botella de vodka en la mano. ¡¿Pero esta niña de donde ha sacado una botella de alcohol?!
- Lucia, ¿estas borracha?- le pregunté.
Ella me miró e hizo un gesto con los dedos juntado un poco el pulgar y el dedo indice y guiñó uno de sus ojos.
- ¿Porque has bebido?
Apartó mi mirada y se encogió de hombros. Se intentó levantar chocandose con la puerta y se tropezó tras dar un par de pasos volviendo al suelo riendose como una niña. Me acerqué a ella, la cogí en brazos tras forcejear con ella y ella repetir un "No" muy abstracto. La llevé a su cuarto y la meti en el baño. La metí en la bañera tal cual y abrí el grifo. Gritó como una niña de nuevo. Cerré el grifo. Fui a su armario y cogí un chandal que había y un conjunto de ropa interior. Entré otra vez en el baño y la vi intentando salir de la bañera sin conseguirlo. Era divertido verla, pero reprimí mi sonrisa. La ayudé a salir, le dejé el chandal y la ordené que se cambiara. Salí del baño cerrando la puerta. A los diez minutos ella saliò con la sudadera puesta como pantalones y los pantalones como sudadera. La ayudé a colocarse bien la ropa y a meterla en la cama. Cuando estuvo dentro, la besé en la frente y me dirigí a la puerta pero ella me retuvo cogiendome del brazo.
- No te vayas- me dijo con ojos suplicantes-. Quedate hasta que me duerma.
Accedí.
Tras una hora, me levanté para irme pero el agarre de Lucia aumentó.
- Mi primer coche tenía una cola muy divertida y cada vez que llegaba a casa hacía brum...- murmuraba Lucia dormida-. Yo quiero un perro rojo al que cada vez que le pise el acelerador ladre...
Lucia estaba como una cabra, hacía que mi sonrisa saliera sola. Siguió murmurando cosas sin sentido, hasta que en un momento dado dijó algo que me dejó completamente sorprendido:
- Josh, lo siento, siento mis mentiras... pero necesitaba conocerte...
Cabreado me levanté de la cama saliendo de la habitación lo más rápido que pude dejando la puerta abierta para no despertarla.
¡¿Me estaba mintiendo?!¡¿Y que era eso de que necesitaba conocerme?! Si la había encontrado en mi casa...
No entendía absolutamente nada, estaba demasiado confundido. Ya la preguntaria al día siguiente.

domingo, 3 de noviembre de 2013

EN EL MES DE FEBRERO (XI)

No sabia cuando me había dormido, no recordaba en que momento había cerrado los ojos, solo sé que cuando los abrí vi una preciosa panorámica por la ventana y a una chica preciosa apoyada en mi hombro dormida. No quise despertarla, pero tenía hambre y quería mover las piernas ya que se me estaban empezando a dormir. La cogí delicadamente por la cintura y la nuca y la apoye frente al cristal, Lucía ni se inmutó. Dormía como un tronco. Miré a ver si Sergio y Sara estaban dormidos para preguntarles si querían algo, pero me sorprendí al ver que no estaban. Fui SOLO a comer algo al vagón restaurante. No se porque me molestaba tanto el hecho de ir solo, llevaba solo más de cuatro meses y ahora de repente me sentía necesitado de compañía... Ni yo me entendía en esos momentos. 
Llegué al vagón restaurante entre malhumorado y confundido, malhumorado por que iba solo y confundido por que no entendía que me molestara tanto ir solo. No tenía ningún sentido. Pedí un capuccino con tres cucharas de azúcar y algo de leche fría, a ver si con eso conseguía espabilarme. Me quede sentado mientras me tomaba el café. Era estúpido sentarse cuando me había levantado porque estaba cansado de estar sentado, ¿pero que coño me pasa? Pensé que a lo mejor despejaba mi mente escuchando las conversaciones que había en el vagón restaurante. Si suena muy de abuela de pueblo aburrida en su casa, pero es algo que todavía me gusta hacer ya que así aprendo de las experiencias de los demás y luego las plasmo en mis dibujos. 
Entre las personas que se hallaban en el vagón se encontraban: una pareja, una anciana con su nieta y una muñeca y un grupo de chicas de no mas de veinte años que parecían quinceañeras por como hablaban. Escuchar como la anciana sentía devoción hacía su nieta me hizo sentir nostalgia. La niña no tendría más de cinco años. Yo de esa edad tengo una laguna mental, no recuerdo nada, a excepción de la nieve, de antes de mi quinto cumpleaños. Preferí dejar de escuchar, lo había hecho para no creearme paranoias mentales y estaba provocando que me empezara a preguntar por mi pasado. 
El grupo de adolescentes veinteañeras hablaban en susurros y me era difícil escuchar de lo que hablaban, entre susurros, risas y miraditas hacia la pareja creí que era una perdida de tiempo. Por lo que solo me quedaba centrarme en aquella pareja joven.
Estaban uno sentado en frente del otro, agarrados de la mano mirándose como lo hacia Sara y Sergio cada vez que se veían. Hablaban de que harían cuando llegaran a su destino, el cual para mi era desconocido y me moría de ganas por conocer. Siguieron hablando, y tras no llegar a ninguna conclusión acerca de lo que harían, la conversación derivó en una pequeña discusión. La chica se quejaba de que su amorcito no le prestaba la suficiente atención y no la escuchaba, su acompañante no apartaba la mirada de su móvil y la decía que lo sentía pero que si la estaba escuchando y que tenía toda su atención. La chica al ver que no cambiaba la situación se levantó y salió del vagón restaurante. Su acompañante no se dio cuenta de que su compañera se había ido hasta pasados diez minutos. Esta escena me pareció muy divertida, pero no dejaba de pensar la que le caería al chico cuando le vi pasar por mi lado. 
Después de esta escena tan divertida para el espectador, decidí volver a mi asiento. Camino de este me pregunté donde estarían Sergio y Sara. Cuando llegué a mi asiento, ellos ya estaban de vuelta y Lucía estaba despierta charlando con ellos. Me vieron y provoqué un silencio incomodo.
- Si queréis me vuelvo a marchar y volvéis a vuestra entretenida conversación.
Sergio me miró con una de sus caras asesinas, con las que no podías aguantar mucho la mirada. Me senté cabizbajo.
- Venga que llegamos en menos de media hora, sonríe un poquito- dijo hablando como una niña chica y tocándome la mejilla derecha. 
No pude evitar que se me escapara una sonrisa.
Seguimos de risas y de charla el resto del camino hasta que llegamos a nuestro destino. Cuando baje del tren, leí el cartel de la estación: RIBADEO. La estación estaba el aire libre y era bastante bonita, la caracterizaba el color amarillo de las paredes del exterior de la estación, me hizo gracia. Sara ya iba haciendo fotos a todo lo que veía, como se notaba que era fotógrafa. Lucía llamó a un taxi con un gesto muy de película, es decir, silbando. Al ver que había funcionado sonrió, y cuando estuve al lado suyo me miró con una gran sonrisa.
- Siempre había querido hacer eso.
Cargamos las maletas en el coche y nos montamos en el. Lucía le dio la dirección al conductor. Llegamos a un hotel precioso, de cinco estrellas, ¡¿pero de dónde narices sacaba Lucía el dinero?! Nos dieron las llaves de nuestras habitaciones, Sara y Sergio dormirían juntos en una habitación y Lucia y yo en otra, esa idea no me hacia mucha gracia,  pero cuando entramos en la habitación vi que tenia dos cuartos cada uno con baño propio. ¡¿Era una puta suite?! ¡¿De dónde cojones sacaba Lucia el dinero?! Me estaba cabreando, sentía que todo lo que sabia de ella era mentira, que realmente no sabia nada. Cuando Lucia me miró y vió que fruncia el ceño, se encogió de hombre, se metió en lo que seria su habitación y cerro la puerta. ¡¿Pero...pero... a esta chica que narices le pasa?! No entendia nada...