domingo, 3 de noviembre de 2013

EN EL MES DE FEBRERO (XI)

No sabia cuando me había dormido, no recordaba en que momento había cerrado los ojos, solo sé que cuando los abrí vi una preciosa panorámica por la ventana y a una chica preciosa apoyada en mi hombro dormida. No quise despertarla, pero tenía hambre y quería mover las piernas ya que se me estaban empezando a dormir. La cogí delicadamente por la cintura y la nuca y la apoye frente al cristal, Lucía ni se inmutó. Dormía como un tronco. Miré a ver si Sergio y Sara estaban dormidos para preguntarles si querían algo, pero me sorprendí al ver que no estaban. Fui SOLO a comer algo al vagón restaurante. No se porque me molestaba tanto el hecho de ir solo, llevaba solo más de cuatro meses y ahora de repente me sentía necesitado de compañía... Ni yo me entendía en esos momentos. 
Llegué al vagón restaurante entre malhumorado y confundido, malhumorado por que iba solo y confundido por que no entendía que me molestara tanto ir solo. No tenía ningún sentido. Pedí un capuccino con tres cucharas de azúcar y algo de leche fría, a ver si con eso conseguía espabilarme. Me quede sentado mientras me tomaba el café. Era estúpido sentarse cuando me había levantado porque estaba cansado de estar sentado, ¿pero que coño me pasa? Pensé que a lo mejor despejaba mi mente escuchando las conversaciones que había en el vagón restaurante. Si suena muy de abuela de pueblo aburrida en su casa, pero es algo que todavía me gusta hacer ya que así aprendo de las experiencias de los demás y luego las plasmo en mis dibujos. 
Entre las personas que se hallaban en el vagón se encontraban: una pareja, una anciana con su nieta y una muñeca y un grupo de chicas de no mas de veinte años que parecían quinceañeras por como hablaban. Escuchar como la anciana sentía devoción hacía su nieta me hizo sentir nostalgia. La niña no tendría más de cinco años. Yo de esa edad tengo una laguna mental, no recuerdo nada, a excepción de la nieve, de antes de mi quinto cumpleaños. Preferí dejar de escuchar, lo había hecho para no creearme paranoias mentales y estaba provocando que me empezara a preguntar por mi pasado. 
El grupo de adolescentes veinteañeras hablaban en susurros y me era difícil escuchar de lo que hablaban, entre susurros, risas y miraditas hacia la pareja creí que era una perdida de tiempo. Por lo que solo me quedaba centrarme en aquella pareja joven.
Estaban uno sentado en frente del otro, agarrados de la mano mirándose como lo hacia Sara y Sergio cada vez que se veían. Hablaban de que harían cuando llegaran a su destino, el cual para mi era desconocido y me moría de ganas por conocer. Siguieron hablando, y tras no llegar a ninguna conclusión acerca de lo que harían, la conversación derivó en una pequeña discusión. La chica se quejaba de que su amorcito no le prestaba la suficiente atención y no la escuchaba, su acompañante no apartaba la mirada de su móvil y la decía que lo sentía pero que si la estaba escuchando y que tenía toda su atención. La chica al ver que no cambiaba la situación se levantó y salió del vagón restaurante. Su acompañante no se dio cuenta de que su compañera se había ido hasta pasados diez minutos. Esta escena me pareció muy divertida, pero no dejaba de pensar la que le caería al chico cuando le vi pasar por mi lado. 
Después de esta escena tan divertida para el espectador, decidí volver a mi asiento. Camino de este me pregunté donde estarían Sergio y Sara. Cuando llegué a mi asiento, ellos ya estaban de vuelta y Lucía estaba despierta charlando con ellos. Me vieron y provoqué un silencio incomodo.
- Si queréis me vuelvo a marchar y volvéis a vuestra entretenida conversación.
Sergio me miró con una de sus caras asesinas, con las que no podías aguantar mucho la mirada. Me senté cabizbajo.
- Venga que llegamos en menos de media hora, sonríe un poquito- dijo hablando como una niña chica y tocándome la mejilla derecha. 
No pude evitar que se me escapara una sonrisa.
Seguimos de risas y de charla el resto del camino hasta que llegamos a nuestro destino. Cuando baje del tren, leí el cartel de la estación: RIBADEO. La estación estaba el aire libre y era bastante bonita, la caracterizaba el color amarillo de las paredes del exterior de la estación, me hizo gracia. Sara ya iba haciendo fotos a todo lo que veía, como se notaba que era fotógrafa. Lucía llamó a un taxi con un gesto muy de película, es decir, silbando. Al ver que había funcionado sonrió, y cuando estuve al lado suyo me miró con una gran sonrisa.
- Siempre había querido hacer eso.
Cargamos las maletas en el coche y nos montamos en el. Lucía le dio la dirección al conductor. Llegamos a un hotel precioso, de cinco estrellas, ¡¿pero de dónde narices sacaba Lucía el dinero?! Nos dieron las llaves de nuestras habitaciones, Sara y Sergio dormirían juntos en una habitación y Lucia y yo en otra, esa idea no me hacia mucha gracia,  pero cuando entramos en la habitación vi que tenia dos cuartos cada uno con baño propio. ¡¿Era una puta suite?! ¡¿De dónde cojones sacaba Lucia el dinero?! Me estaba cabreando, sentía que todo lo que sabia de ella era mentira, que realmente no sabia nada. Cuando Lucia me miró y vió que fruncia el ceño, se encogió de hombre, se metió en lo que seria su habitación y cerro la puerta. ¡¿Pero...pero... a esta chica que narices le pasa?! No entendia nada...

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