Me levanté dos horas despues y me quedé mirando al techo un rato. Menuda nochecita me había dado el comentario de Lucia. Hoy me lo iba a contar todo, el porque de las mentiras, de donde sacaba tanto dinero y porque necesitaba conocerme. Que tocaran a la puerta me sacó de mis pensamientos.
- Josh, ¿estas despierto?- preguntó Lucia.
- No, por eso te contesto.
- Jo, no seas malo conmigo que tengo un dolor de cabeza....- dijo ella entrando en mi cuarto.
- No me extraña con el pedo que te pillaste anoche...
-¿Tanto me emborraché?
La contesté haciendo el mismo gesto con los dedos que ella me hizo la noche anterior.
- ¿Y eso que significa?- dijo ella mientras se sentaba en mi cama.
- Que estabas como una cuba...
- ¿Dije algo extraño?
- ¿Siempre dices cosas tan divertidas cuando estas borrachas?
Me miró con cara extraña.
- Me dijiste que tu primer coche ladraba y que tu perro hacia brum cuando llegabas a casa...
La miré y estaba sonrojada tapándose la cara con las manos.
- ¡Que vergüenza! ¿Dije alguna otra cosa?
No sabía si responderla.
- ¡Ay, madre! ¡Lo hice!- dijo ella sorprendiendome-. ¿Qué dije...? No me lo digas. Bueno, ¡si, dimelo! Por favor...
Rodé en la cama y quedé mirando hacia al otro lado. Lucia me zarandeó agarrandome por el costado. Me suplicaba que se lo contara. Molesto me levanté.
- Eres tu la que debería decirme a mi un par de cosas no crees... Como por ejemplo, ¿de donde narices sacas tanto dinero?- la grité.
- Ya te lo dije, trabajando.
- Me cuesta creer que con 17 años hayas conseguido un trabajo que te abastezca de tal forma que seas capaz de pagar cuatro billetes de tren de primera y una suite en un hotel de cinco estrellas.
Ella no dijo nada. Tenía razon, me había engañado.
- Me voy
- No te vayas- me dijo ella con ojos suplicantes-. Por favor... Te lo contaré todo a su debido tiempo, pero para ello necesito que te quedes aquí, conmigo.
Esos ojos, esos ojos verdes suplicantes hicieron cambiar mi opinión. ¡¿Porqué que tenían esos ojos que me hacian ceder y cambiar?!
- Me quedo- dije intentando parecer calmando aunque estaba que echaba humo por la orejas-, sal de mi cuarto.
- Pero...
- ¡Fuera!
Se dió cuenta del cabreo que tenía y salió rápido sin decir nada. Bajé a desayunar yo solo, cuando oí que Lucia salía de la suite. No quería encontrarmela pero tenía la necesidad de vigilarla. Desyunó con Sara y Sergio, estuvieron riendose y charlando.
A media mañana, Sergio me llamó y me ordenó que bajara a la playa con ellos, me lo ordenó diciendome que o bajaba a la playa o dejaba de ser mi amigo. Frente a esa amenaza, cedí.
Me puse el bañador y bajé a la recepción del hotel, llevaba conmigo una mochila con una toalla y alguna que otra cosa. En la recepción estaban Sergio, Sara y Lucia hablando animadamente. ¿Porqué me molestaba tanto que así fuera? Les saludé. Salimos del hotel por la puerta que nos llegaba directamente a la playa privada. Era una playa impresionante, la arena blanca y fina, el agua cristalina, sin chiringuitos ni basura. Era un paraiso.
Lucía me miró, vió mi cara, me agarró de la mano y echó a correr. Arrastrado por ella también corrí. Ella tropezó y cayó al suelo, haciendome perder el equilibrio y caer con ella. Rodamos por la arena riendo. Cuando paramos, yo estaba encima de ella a escasos centimetros de esa boca que me pedía a gritos un beso. Subí la mirada, y vi una cara completamente roja. No pude contener la risa, realmente era una adolescente. Me aparté riendome, quedándome sentado sobre ella. Ella me tiró a la a base de golpes. Yo no podía parar de reir. La abracé,la acerqué hacia mi y sin pensarlo la besé.
Lucía al principio se resistió un poco pero luego se dejó llevar. Abrí mis ojos, y la vi a ella. ¡Dios! ¡Cómo una chica podía ser tan bella!
Nuestro beso continuó hasta que fuimos interrumpidos por Sergio:
- Lo sabía, sabía que Lucía te gustaba- dijo el señalandome con el dedo.
Me levanté y la furia de mis ojos le hizo huir mientras gritaba "lo sabia, lo sabia". Le perseguí por toda la playa. Paramos de correr dentro del agua ya, cuando esta nos llegaba por los tobillos. Me gustaria que el tiempo se hubiera detenido, rodeado de una chica preciosa que me hacia sentir cosas explosivas y la compañia de mi mejor amigo, de mi hermano de no-sangre. Estaba feliz, muy feliz.
Lucia y Sara se acercaron a nosotros y empezaron a echarnos agua. Yo cogí a Lucía en brazos y la llevé lejos de la orilla mientras ella gritaba que que fría estaba el agua.
Cuando estuve lo suficientemente lejos de la orilla paré. Yo tocaba el fondo pero ella no. La veía intentar flotar pero le costaba, por lo que la cogí de un brazo acercándola obligandola a abrazarme con sus piernas. Tenía una sonrisa en la cara que me hacía temblar.
"¡Dios, me está volviendo loco!", pensé. Me miró extrañada.
- ¿Qué te está volviendo loco?- me dijo.
¡Mierda! Me había oido, mejor dicho, lo había dicho en voz alta. Me avergoncé.
- ¿Me contestas?
- No es nada...
- No, venga, dime...- dijo alzando sus brazos alrededor de mi cuello y acercándose más a mi.
- Que no es nada...- dije apartando la mirada.
Su mirada me penetrabra en lo más hondo de mi ser, no podría aguantar ni un minuto más apartandole la mirada. Necesitaba ver esos ojos verdes, quería contarselo todo, todo lo que sentía, todo lo que ella me hacía sentir. Y sin quererlo exploté.
- Tú, Lucía, tú me estas volviendo loco. Tu boca, la manera en la que sonries, tus grandes verdes ojos, tus gestos, tus locuras me enamoran cada día más. Pero tus mentiras me matan, y me maté saber que me mientes. Me rompes...
Antes de que pudiera acabar la frase me besó, me besó tan apasionadamente que cuando nos separamos me faltaba el aire, tenía la respiración entrecortada. Pegó su frente a la mía y me susurró un te quiero.
Cuando el corazón se me calmó, aparté mi frente de la suya y la miré a lo ojos.
- Necesito que me cuentes la verdad- le dije seriamente.
- Aún no- dijo mientras negaba con la cabeza.
- Dime al menos algo que sea cierto...- la miré suplicante.
Al parecer, ella tampoco podía resistirse a mi mirada y cedió.
domingo, 10 de noviembre de 2013
EN EL MES DE FEBRERO (XIII)
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