lunes, 18 de noviembre de 2013

EN EL MES DE FEBRERO (XV)

Se marchó así sin más. No se si fue por aquella llamada que recibió el día antes de que yo perdiera a mi silenciosa compañía. Podría haber ignorado la llamada y yo seguiría con ella, pero claro Lucía es todo un misterio al cual me encanta rondar.


El caso es que nos habíamos pasado todo el día en casa simplemente estando uno la lado del otro, sin cruzar palabra. Yo dibujaba o pintaba y ella se sentaba a cierta distancia de mi y miraba lo que hacía, me ponía un poco nervioso pero me gustaba tenerla cerca, era agradable. Yo no me dí cuenta de que ella estaba ahí hasta que sonó un teléfono. Me giré y la vi dar un respingo. Se toqueteó los bolsillos hasta que encontró un aparatito pequeño negro. "¡¿Desde cuando Lucia tenía móvil?!", pensé. ¿Porqué me sorprendía? Lucia era todo secretos.
- Dime- contestó al teléfono seria.
Se escuchaba una voz masculina al otro lado del teléfono, parecía que sollozaba.
- No puedo volver ahora- me miró, se metió a una habitación, cerró la puerta y siguió hablando.
Yo, tan curioso como siempre, no pude evitara acercarme sigilosamente a la puerta y pegar la oreja a esta para ver si se escuchaba algo. ¿Acaso estaba en una película o qué? A pesar de que me acerqué a la puerta lo máximo que pude oír fue el nombre de la persona con quien hablaba, que se llamaba Héctor, y su tono de voz se oía muy preocupado y enfadado, pero sobre todo preocupado . Oí que se acercaba.
- Vale, gracias Hec..- dijo mientras abría la puerta y me encontraba a mi en cuclillas.
-¿Qué haces aquí, cotillo?- dijo ella colgando el teléfono y empujándome con el pié haciéndome perder el equilibrio y caer el suelo, estallando así ella en carcajadas.
Por muy enfadado que estuviera, el sonido de su risa me calmaba.
Me acomodé en el suelo y ella se sentó a mi lado.
- ¿Te vas?- le pregunté preocupado de perderla.
- No lo se- dijo ella alzando la mirada-. Espero que no.
- ¿Porqué te tendrías que ir?
Sonrió sin mirarme. Sabía que no me lo iba a decir.
- Todo...
-... llegará en su momento- dije interrumpiéndola, acabando la frase.
Me levanté.
- Solo espero no perderte- le dije sin pensar ofreciéndole la mano para ayudarla a levantarse.
Me sonrió sin decir palabra. El resto del día no cruzamos palabra, seguimos como si no hubiera pasado nada. Por la noche, noté como entraba ne mi habitación y se metía en mi cama. Apoyaba su cabeza en mi pecho, cogía mi brazo y rodeaba con el su cintura. Me dio un beso en la mejilla y se durmió. Al día siguiente, ella despareció dejando a su paso solamente una carta encima de mi mesilla de noche. Al principio no quise leerla, estaba, muy enfadado con ella. ¿Porqué se habría ido? Está pregunta me reconcomió durante días, y movido por la curiosidad la leí (¡¿porqué soy tan cotilla?!).

Hola Josh, siento despedirme de ti de esta forma pero sabía 
que si te lo decía a la cara no ibas a dejar de hacerme 
preguntas y al final no podría irme. 
Ha ocurrido algo en mi casa y tengo que volver,
te mandaré una carta cuando sepa que va a pasar.

Siento que debo recompensarte por mancharme
de esta forma, por ello creo que debo decirte al menos 
porque me he ido.
Mi hermana, Sophia, esta muy enferma  y es probable que... 
Bueno, ya sabes  a que me refiero. Sophia es mi hermana 
pequeña, nos llevamos un par de años de diferencia.
Fue a su causa por la que quise conocerte.

Siento dejarte con ganas de saber más pero me tengo que marchar.
Espera por mi carta, te explicaré lo que pueda.
Con mucho cariño, Lucy


¡¿Cómo que quiso conocerme a causa de su hermana?! Siento lo de su hermana, pero podría habérmelo dicho y yo la habría acompañado. Nunca me dijo que tenía una hermana. Aunque viniendo de Lucía cualquier cosa era posible. No entendía nada, me dice de su hermana a través de una carta, y luego quiere que espere por su carta, al principio renuncié a la espera, sentía que había dañado mi orgullo, pero me di cuenta de que todas las mañanas miraba el buzón antes de salir a correr por si había llegado. Deseaba que llegara.

Esperé durante semana a que llegara esa carta, muchas veces me he dicho que no sabría nada de ella y he estado a punto de dejar de esperar esta carta, pero deseaba con tanta ansia que llegara su carta que ahora tengo miedo de abrirla. Si la abro y se más de ella podría decepcionarme y destruiría el bonito de recuerdo de ella, pero si no la abro me estaré preguntando todo mi vida "¿y si...?". ¡MIERDA!¡¿Qué hago? "Ábrela maricona", maldita conciencia. Leo:

Hola Josh,
Creo que ha pasado un mes desde que me fui simplemente
dejando una carta a mi paso. Lo siento, se que mis 
disculpas no serán suficientes pero espero que
mis respuestas a las preguntas que te han estado rondando 
la cabeza si lo sean.

Creo que lo mejor para que entiendas todo será que empiece desde 
principio: me llamo Lucy Rose Williams y tengo 20 años. Si, se que
dije que tenía 16 pero soy de tu misma edad. Soy bailarina 
profesional, es por eso que sigo pareciendo una quinceañera. 
Mi hermana Sophie, la cual acaba de morir hace un par 
de días era la que tenía 16. Sophie no es mi hermana de sangre,
mi madre se casó con un tipo viudo que había perdido a su 
mujer de leucemia, la misma enfermedad por la cual a muerto mi hermana,
después de la boda vino a recogerme a Inglaterra
para sacarme del basurero en el que vivía.
Ahora vivo en Madrid con ella, mi padrastro y mi hermanastro Hector.
Hector era el mellizo de Sophie, ha estado cubriéndome todos estos 
meses para que mis padres no me buscaran. 
Soy prima ballerina del Royal Ballet de Londres, ahora mismo estoy de
baja por una torcedura de tobillo, pero aun así el dinero no era un 
problema.

Espero haber resuelto alguna de tus dudas, pero seguramente te 
habrán surgido más dudas que antes. No se que va a pasar a partir de 
ahora, aunque se que nos reencontraremos en un futuro.
Con deseos de volver a verte, Lucy.

P.D.: Estate atento al correo.


Ahora si que no entiendo nada, no me ha explicado una mierda, solo ha hecho que me cabree. ¡¿Pero esta tipa de que va?! Llega a mi vida, la descoloca por completa y luego se va, es como si viviera en un mes de Febrero constante. Estas en plena estación invernal, es el mes mas corto del año, el tiempo se te pasa volando y solo quieres que vuelva a ser 1 de Febrero. Cuando llegas a final de mes no sabes si vas a tener un día mas o no, todo depende del año. Lucia y Febrero son sinónimos para mi, me encanta el mes de Febrero pero es un mes muy confuso, puede nevar y hacer sol, puede ser más largo o más corto, puedes tener amor o no. Pensar en Lucia es como estar en el mes de Febrero.
Creo que me va a tocar esperar para saber más de Lucía. Joder, ¡¿PORQUÉ TIENE QUE SER TAN COMPLICADA?! No entiendo nada. Toda ella es un misterio.  



domingo, 10 de noviembre de 2013

EN EL MES DE FEBRERO (XIV)

Hola :) Nunca pensé que llegaría a escribir tantas partes, pero lo estoy haciendo y estoy contenta de mi trabajo. Aunque muy poca gente me lea, me gusta lo que escribo y me gusta el simple hecho de escribir. Gracias a los que me apoyais para seguir escribiendo y me dejais comentarios despues de cada parte os lo agradezco.
P.D.: Esto solo ha sido un aparte... Ahora continúo con lo mío...
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- ¿Te acuerdas lo qué te conté acerca de mi padre?- asentí- Pues es cierto que mi padre fuera un borracho y mi madre se fuera porque la pegara, pero hace un par de años mi madre volvió a por mi.
Si eso era cierto no entendía por que había huido de su casa, me contó que había sido culpa de los continuos golpes de su padre. Frente a mi cara de sorpresa continuó.
- Mi madre había conseguido una gran fortuna, es la directiva de una de las mayores multinacionales del mundo. Me contó que sentía haberme abandonado de esa forma, pero que para que yo pudiera escapar de las garras de mi padre tuvo que hacerlo. La he perdonado a medias, pero al menos ya no estoy con el borracho de mi padre.
- Eso no me explica nada -repliqué.
- Si... Explica de donde he sacado el dinero- dijo tocandóme la nariz con su dedo indice.
- ¿Entonces tu madre sabe dónde estas?
- No- dijo con un tono despreocupado.
- Entonces sigo sin explicarme de donde sacas el dinero...
- ¡¿De dónde sacas esa relación?!
- Pues que no entiendo como tu madre no te viene a buscar si sacas el dinero de su cuenta y si tampoco le has dicho donde estabas...
- ¡Alto! Yo no te he dicho que saque el dinero de su cuenta...
- Entoces... esto... no entiendo nada... creo que estoy más confundido que antes...
Su risa me hizo olvidarme de esa confusión por un momento. Acerco su frente a la mia, y susurro un te quiero a pocos centímetros de mi boca. Despues, me besó.
¡¿Cuántos besos iban ya en una sola tarde?!

El resto de las vacaciones fueron más tranquilas. No descubrí nada nuevo acerca de Lucía, pero tampoco lo necesitaba. Estaba a su lado viendola sonreir dia y noche y no podía existir cosa en el mundo que me hiciera sentir..., es que no se ni que palabra usar, no tiene palabras ese sentimiento.
Volvimos a casa de nuestras vacaciones 10 días despues. Los pintores hicieron un gran trabajo, la casa quedó realmente preciosa. Lucía y yo parecíamos una pareja de enamorados adolescentes. Nos besabamos, ibamos de la mano a todos lados, eramos pegajosos... Lucía me hacía olvidar a Alicia, y a la vez me hacía extrañarla. Se parecía tanto a ella, que eran sus ojos verdes los que me hacían darme cuenta que era diferente. Sus ojos y sus besos. Alicia y yo nos besamos, pero nuestros besos no me aceleraban el pulso, no hacían temblar mis piernas, y mucho menos me provocaba estas aguilas imperiales en el estomago. Me estaba enamorando y eso me daba miedo, porque sabía muy poco de la vida de Lucía. Sabía que su madre tenía dinero y ya, nada más. Sabía como era ella, ella era risueña, sonreía por todo y siempre veía el lado positivo de las cosas, ella era despreocupada y desvergonzada, bailaba y cantaba por la calle como si estuviera en casa frente a su espejo. También tenía sus menos, tenía un caracter muy fuerte, si ella decía que tenía la razón quien lo iba a discutir, era muy sincera, a veces demasiado. No daba a conocer lo que pensaba, a pesar de que fuera muy expresiva. Te demostraba que le pasaba algo pero nunca te decía el porque. Me encantaría meterme en su cabeza y saber lo que piensa.
Mi vida era más complicada con ella a mi lado, pero en el sentido positivo. Hacía que no fuera monótona, me hacía sentir, me hacía sentirme vivo. Y tres meses despues de volver de vacaciones, de hacer que me enamorará perdidamente de ella, de vivir un montón de experiencias que hacian estallar a los dragones de mi estomago, se marchó.

EN EL MES DE FEBRERO (XIII)

Me levanté dos horas despues y me quedé mirando al techo un rato. Menuda nochecita me había dado el comentario de Lucia. Hoy me lo iba a contar todo, el porque de las mentiras, de donde sacaba tanto dinero y porque necesitaba conocerme. Que tocaran a la puerta me sacó de mis pensamientos.
- Josh, ¿estas despierto?- preguntó Lucia.
- No, por eso te contesto.
- Jo, no seas malo conmigo que tengo un dolor de cabeza....- dijo ella entrando en mi cuarto.
- No me extraña con el pedo que te pillaste anoche...
-¿Tanto me emborraché?
La contesté haciendo el mismo gesto con los dedos que ella me hizo la noche anterior.
- ¿Y eso que significa?- dijo ella mientras se sentaba en mi cama.
- Que estabas como una cuba...
- ¿Dije algo extraño?
- ¿Siempre dices cosas tan divertidas cuando estas borrachas?
Me miró con cara extraña.
- Me dijiste que tu primer coche ladraba y que tu perro hacia brum cuando llegabas a casa...
La miré y estaba sonrojada tapándose la cara con las manos.
- ¡Que vergüenza! ¿Dije alguna otra cosa?
No sabía si responderla.
- ¡Ay, madre! ¡Lo hice!- dijo ella sorprendiendome-. ¿Qué dije...? No me lo digas. Bueno, ¡si, dimelo! Por favor...
Rodé en la cama y quedé mirando hacia al otro lado. Lucia me zarandeó agarrandome por el costado. Me suplicaba que se lo contara. Molesto me levanté.
- Eres tu la que debería decirme a mi un par de cosas no crees... Como por ejemplo, ¿de donde narices sacas tanto dinero?- la grité.
- Ya te lo dije, trabajando.
- Me cuesta creer que con 17 años hayas conseguido un trabajo que te abastezca de tal forma que seas capaz de pagar cuatro billetes de tren de primera y una suite en un hotel de cinco estrellas.
Ella no dijo nada. Tenía razon, me había engañado.
- Me voy
- No te vayas- me dijo ella con ojos suplicantes-. Por favor... Te lo contaré todo a su debido tiempo, pero para ello necesito que te quedes aquí, conmigo.
Esos ojos, esos ojos verdes suplicantes hicieron cambiar mi opinión. ¡¿Porqué que tenían esos ojos que me hacian ceder y cambiar?!
- Me quedo- dije intentando parecer calmando aunque estaba que echaba humo por la orejas-, sal de mi cuarto.
- Pero...
- ¡Fuera!
Se dió cuenta del cabreo que tenía y salió rápido sin decir nada. Bajé a desayunar yo solo, cuando oí que Lucia salía de la suite. No quería encontrarmela pero tenía la necesidad de vigilarla. Desyunó con Sara y Sergio, estuvieron riendose y charlando.
A media mañana, Sergio me llamó y me ordenó que bajara a la playa con ellos, me lo ordenó diciendome que o bajaba a la playa o dejaba de ser mi amigo. Frente a esa amenaza, cedí.
Me puse el bañador y bajé a la recepción del hotel, llevaba conmigo una mochila con una toalla y alguna que otra cosa. En la recepción estaban Sergio, Sara y Lucia hablando animadamente. ¿Porqué me molestaba tanto que así fuera? Les saludé. Salimos del hotel por la puerta que nos llegaba directamente a la playa privada. Era una playa impresionante, la arena blanca y fina, el agua cristalina, sin chiringuitos ni basura. Era un paraiso.
Lucía me miró, vió mi cara, me agarró de la mano y echó a correr. Arrastrado por ella también corrí. Ella tropezó y cayó al suelo, haciendome perder el equilibrio y caer con ella. Rodamos por la arena riendo. Cuando paramos, yo estaba encima de ella a escasos centimetros de esa boca que me pedía a gritos un beso. Subí la mirada, y vi una cara completamente roja. No pude contener la risa, realmente era una adolescente. Me aparté riendome, quedándome sentado sobre ella. Ella me tiró a la a base de golpes. Yo no podía parar de reir. La abracé,la acerqué hacia mi y sin pensarlo la besé.
Lucía al principio se resistió un poco pero luego se dejó llevar. Abrí mis ojos, y la vi a ella. ¡Dios! ¡Cómo una chica podía ser tan bella!
Nuestro beso continuó hasta que fuimos interrumpidos por Sergio:
- Lo sabía, sabía que Lucía te gustaba- dijo el señalandome con el dedo.
Me levanté y la furia de mis ojos le hizo huir mientras gritaba "lo sabia, lo sabia". Le perseguí por toda la playa. Paramos de correr dentro del agua ya, cuando esta nos llegaba por los tobillos. Me gustaria que el tiempo se hubiera detenido, rodeado de una chica preciosa que me hacia sentir cosas explosivas y la compañia de mi mejor amigo, de mi hermano de no-sangre. Estaba feliz, muy feliz.
Lucia y Sara se acercaron a nosotros y empezaron a echarnos agua. Yo cogí a Lucía en brazos y la llevé lejos de la orilla mientras ella gritaba que que fría estaba el agua.
Cuando estuve lo suficientemente lejos de la orilla paré. Yo tocaba el fondo pero ella no. La veía intentar flotar pero le costaba, por lo que la cogí de un brazo acercándola obligandola a abrazarme con sus piernas. Tenía una sonrisa en la cara que me hacía temblar.
"¡Dios, me está volviendo loco!", pensé. Me miró extrañada.
- ¿Qué te está volviendo loco?- me dijo.
¡Mierda! Me había oido, mejor dicho, lo había dicho en voz alta. Me avergoncé.
- ¿Me contestas?
- No es nada...
- No, venga, dime...- dijo alzando sus brazos alrededor de mi cuello y acercándose más a mi.
- Que no es nada...- dije apartando la mirada.
Su mirada me penetrabra en lo más hondo de mi ser, no podría aguantar ni un minuto más apartandole la mirada. Necesitaba ver esos ojos verdes, quería contarselo todo, todo lo que sentía, todo lo que ella me hacía sentir. Y sin quererlo exploté.
- Tú, Lucía, tú me estas volviendo loco. Tu boca, la manera en la que sonries, tus grandes verdes ojos, tus gestos, tus locuras me enamoran cada día más. Pero tus mentiras me matan, y me maté saber que me mientes. Me rompes...
Antes de que pudiera acabar la frase me besó, me besó tan apasionadamente que cuando nos separamos me faltaba el aire, tenía la respiración entrecortada. Pegó su frente a la mía y me susurró un te quiero.
Cuando el corazón se me calmó, aparté mi frente de la suya y la miré a lo ojos.
- Necesito que me cuentes la verdad- le dije seriamente.
- Aún no- dijo mientras negaba con la cabeza.
- Dime al menos algo que sea cierto...- la miré suplicante.
Al parecer, ella tampoco podía resistirse a mi mirada y cedió.

jueves, 7 de noviembre de 2013

EN EL MES DE FEBRERO (XII)

Despues de que Lucia se metiera en el cuarto, cerre mi puerta dando un golpe y me metí en la cama de mal humor. Me desperté de golpe, miré el reloj, las cinco de la mañana. Me di la vuelta he intenté seguir durmiendo. Un estruendo hizo que me levantara de la cama sobresaltado. Me dejé caer de nuevo en la cama. Volví a oir otro golpe. Me pregunté por Lucia. Decidí levantarme y comprobar que pasaba. Cuando salí de mi cuarto, me encontré a Lucia sentada en el suelo con una botella de vodka en la mano. ¡¿Pero esta niña de donde ha sacado una botella de alcohol?!
- Lucia, ¿estas borracha?- le pregunté.
Ella me miró e hizo un gesto con los dedos juntado un poco el pulgar y el dedo indice y guiñó uno de sus ojos.
- ¿Porque has bebido?
Apartó mi mirada y se encogió de hombros. Se intentó levantar chocandose con la puerta y se tropezó tras dar un par de pasos volviendo al suelo riendose como una niña. Me acerqué a ella, la cogí en brazos tras forcejear con ella y ella repetir un "No" muy abstracto. La llevé a su cuarto y la meti en el baño. La metí en la bañera tal cual y abrí el grifo. Gritó como una niña de nuevo. Cerré el grifo. Fui a su armario y cogí un chandal que había y un conjunto de ropa interior. Entré otra vez en el baño y la vi intentando salir de la bañera sin conseguirlo. Era divertido verla, pero reprimí mi sonrisa. La ayudé a salir, le dejé el chandal y la ordené que se cambiara. Salí del baño cerrando la puerta. A los diez minutos ella saliò con la sudadera puesta como pantalones y los pantalones como sudadera. La ayudé a colocarse bien la ropa y a meterla en la cama. Cuando estuvo dentro, la besé en la frente y me dirigí a la puerta pero ella me retuvo cogiendome del brazo.
- No te vayas- me dijo con ojos suplicantes-. Quedate hasta que me duerma.
Accedí.
Tras una hora, me levanté para irme pero el agarre de Lucia aumentó.
- Mi primer coche tenía una cola muy divertida y cada vez que llegaba a casa hacía brum...- murmuraba Lucia dormida-. Yo quiero un perro rojo al que cada vez que le pise el acelerador ladre...
Lucia estaba como una cabra, hacía que mi sonrisa saliera sola. Siguió murmurando cosas sin sentido, hasta que en un momento dado dijó algo que me dejó completamente sorprendido:
- Josh, lo siento, siento mis mentiras... pero necesitaba conocerte...
Cabreado me levanté de la cama saliendo de la habitación lo más rápido que pude dejando la puerta abierta para no despertarla.
¡¿Me estaba mintiendo?!¡¿Y que era eso de que necesitaba conocerme?! Si la había encontrado en mi casa...
No entendía absolutamente nada, estaba demasiado confundido. Ya la preguntaria al día siguiente.

domingo, 3 de noviembre de 2013

EN EL MES DE FEBRERO (XI)

No sabia cuando me había dormido, no recordaba en que momento había cerrado los ojos, solo sé que cuando los abrí vi una preciosa panorámica por la ventana y a una chica preciosa apoyada en mi hombro dormida. No quise despertarla, pero tenía hambre y quería mover las piernas ya que se me estaban empezando a dormir. La cogí delicadamente por la cintura y la nuca y la apoye frente al cristal, Lucía ni se inmutó. Dormía como un tronco. Miré a ver si Sergio y Sara estaban dormidos para preguntarles si querían algo, pero me sorprendí al ver que no estaban. Fui SOLO a comer algo al vagón restaurante. No se porque me molestaba tanto el hecho de ir solo, llevaba solo más de cuatro meses y ahora de repente me sentía necesitado de compañía... Ni yo me entendía en esos momentos. 
Llegué al vagón restaurante entre malhumorado y confundido, malhumorado por que iba solo y confundido por que no entendía que me molestara tanto ir solo. No tenía ningún sentido. Pedí un capuccino con tres cucharas de azúcar y algo de leche fría, a ver si con eso conseguía espabilarme. Me quede sentado mientras me tomaba el café. Era estúpido sentarse cuando me había levantado porque estaba cansado de estar sentado, ¿pero que coño me pasa? Pensé que a lo mejor despejaba mi mente escuchando las conversaciones que había en el vagón restaurante. Si suena muy de abuela de pueblo aburrida en su casa, pero es algo que todavía me gusta hacer ya que así aprendo de las experiencias de los demás y luego las plasmo en mis dibujos. 
Entre las personas que se hallaban en el vagón se encontraban: una pareja, una anciana con su nieta y una muñeca y un grupo de chicas de no mas de veinte años que parecían quinceañeras por como hablaban. Escuchar como la anciana sentía devoción hacía su nieta me hizo sentir nostalgia. La niña no tendría más de cinco años. Yo de esa edad tengo una laguna mental, no recuerdo nada, a excepción de la nieve, de antes de mi quinto cumpleaños. Preferí dejar de escuchar, lo había hecho para no creearme paranoias mentales y estaba provocando que me empezara a preguntar por mi pasado. 
El grupo de adolescentes veinteañeras hablaban en susurros y me era difícil escuchar de lo que hablaban, entre susurros, risas y miraditas hacia la pareja creí que era una perdida de tiempo. Por lo que solo me quedaba centrarme en aquella pareja joven.
Estaban uno sentado en frente del otro, agarrados de la mano mirándose como lo hacia Sara y Sergio cada vez que se veían. Hablaban de que harían cuando llegaran a su destino, el cual para mi era desconocido y me moría de ganas por conocer. Siguieron hablando, y tras no llegar a ninguna conclusión acerca de lo que harían, la conversación derivó en una pequeña discusión. La chica se quejaba de que su amorcito no le prestaba la suficiente atención y no la escuchaba, su acompañante no apartaba la mirada de su móvil y la decía que lo sentía pero que si la estaba escuchando y que tenía toda su atención. La chica al ver que no cambiaba la situación se levantó y salió del vagón restaurante. Su acompañante no se dio cuenta de que su compañera se había ido hasta pasados diez minutos. Esta escena me pareció muy divertida, pero no dejaba de pensar la que le caería al chico cuando le vi pasar por mi lado. 
Después de esta escena tan divertida para el espectador, decidí volver a mi asiento. Camino de este me pregunté donde estarían Sergio y Sara. Cuando llegué a mi asiento, ellos ya estaban de vuelta y Lucía estaba despierta charlando con ellos. Me vieron y provoqué un silencio incomodo.
- Si queréis me vuelvo a marchar y volvéis a vuestra entretenida conversación.
Sergio me miró con una de sus caras asesinas, con las que no podías aguantar mucho la mirada. Me senté cabizbajo.
- Venga que llegamos en menos de media hora, sonríe un poquito- dijo hablando como una niña chica y tocándome la mejilla derecha. 
No pude evitar que se me escapara una sonrisa.
Seguimos de risas y de charla el resto del camino hasta que llegamos a nuestro destino. Cuando baje del tren, leí el cartel de la estación: RIBADEO. La estación estaba el aire libre y era bastante bonita, la caracterizaba el color amarillo de las paredes del exterior de la estación, me hizo gracia. Sara ya iba haciendo fotos a todo lo que veía, como se notaba que era fotógrafa. Lucía llamó a un taxi con un gesto muy de película, es decir, silbando. Al ver que había funcionado sonrió, y cuando estuve al lado suyo me miró con una gran sonrisa.
- Siempre había querido hacer eso.
Cargamos las maletas en el coche y nos montamos en el. Lucía le dio la dirección al conductor. Llegamos a un hotel precioso, de cinco estrellas, ¡¿pero de dónde narices sacaba Lucía el dinero?! Nos dieron las llaves de nuestras habitaciones, Sara y Sergio dormirían juntos en una habitación y Lucia y yo en otra, esa idea no me hacia mucha gracia,  pero cuando entramos en la habitación vi que tenia dos cuartos cada uno con baño propio. ¡¿Era una puta suite?! ¡¿De dónde cojones sacaba Lucia el dinero?! Me estaba cabreando, sentía que todo lo que sabia de ella era mentira, que realmente no sabia nada. Cuando Lucia me miró y vió que fruncia el ceño, se encogió de hombre, se metió en lo que seria su habitación y cerro la puerta. ¡¿Pero...pero... a esta chica que narices le pasa?! No entendia nada...

domingo, 27 de octubre de 2013

EN EL MES DE FEBRERO (X)

Cuando llegue a la estación me la encontré con una mochila verde pistacho a la espalda, el móvil en las manos y la camiseta que le di el primer dia puesta. Me quede embobado mirándola. ¡Joder, pero que guapa es! Sus ojos color verde resaltaban con el rosa de la camiseta, las facciones de su cara eran perfectas, podría ser modelo si ella lo quisiera. Levantó el rostro. Quise saber lo que miraba, y vi a Sergio y a Sara con unas bolsas de viaje. Abrazaron a Lucia. Me fui acercando.
- ...estará al caer- dijo Lucia.
Sergio me miró y señaló mi dirección.
- No pensé que fueras a venir-dijo mientras me saludaba. 
"Ni yo", pensé. Sara se acercó y me saludó. Lucia se me acercó también, me abrazó y me susurró al oido:
- Te esperaba impaciente. Gracias por venir.
- Venga, vamos. Que perdemos el tren- dijo Lucia separándose de mi. 
- Oye, ¿alguien me puede explicar que pasa?- dije malhumorado.
- A mi no me mires,- dijo Sergio- yo sé lo mismo que tú. Aquí todo ha sido idea de Lucía.
- Si,ha sido idea mía. Y ya que estamos aquí no vamos a desaprovechar la ocasión de no irnos de viaje todos juntos, así que vamos, que perdemos el tren- contestó Lucia frente a la mirada de todo el mundo y empezando a andar.
Todos seguimos a Lucia. Aunque por fuera pareciera que estaba cabreado, por dentro no podía dejar de reírme. Sergio me miró, se acercó y me dio un golpe en el hombre. Después, volvió a posar su brazo sobre los hombros de Sara y siguieron a lo suyo,como si esto fuera de lo más normal del mundo. Me adelanté hasta alcanzar a Lucía. Caminamos uno al lado del otro en silencio, hasta llegar a la puerta de embarque donde nos pidieron los billetes. Lucía los sacó y se los dio a la azafata. Pasamos y fuimos andando por la estación. Pensé que iríamos en turista pero me extrañé mucho tras pasar todos los vagones de turista y llegar a los de primera clase. ¿Cómo narices Lucía había conseguido el dinero para pagarnos un billete de tren de primera clase? Subimos al vagón. Todo era tan espacioso y tan cómodo. Yo estaba acostumbrado a este lujo, puesto que mis padres de acogida tenían bastante dinero y eran unos grandes empresarios internacionales, pero a Sergio y a Sara se les veía en la cara que esta era su primera vez con tanto lujo. Se sentaron ellos en los asientos de la derecha y Lucia y yo en los de la izquierda. Lucía me preguntó si me importaba mucho que ella se sentara al lado de la ventana. La dejé pasar en forma de respuesta.
Al principio, no quería hablarla. Estaba enfadado, no me había dicho nada de nada y había mil y un preguntas rondando en mi cabeza que necesitaban de una respuesta. Lucía se dio cuenta de esto y no dejaba de rogarme que la diera una oportunidad para explicarse, que si después de explicarse no me convencía su respuesta podría bajarme ne la siguiente estación y volver a casa.
- A ver... Explícate...- le dije cediendo a sus suplicas.
- Pues, a ver, me preocupó mucho el que no hablaras con nadie, ni quedaras con nadie- la miré como negando lo que acababa de decir-. Si, ya sé que hablabas con Sergio en la universidad, y con tu tutor en las practicas, pero no eran más que conversaciones simples, sin gracia y sin que produjeran un cambio en ti.
No pude evitar darle la razón. 
- Al principio, creí que dejándote las notas por la mañana al lado del café conseguiría "revivirte", aunque fuera un proceso largo y costoso. Cuando pasaron los tres meses y vi que no cambiaba nada planeé todo esto. Después del viaje comprobaré si has cambiado o no, y si no lo has hecho te prometo que desistiré y dejaré que te hundas en tu depresión o que hagas lo que quieras, por que no se que más podría hacer para que cambiaras- terminó Lucia diciendo esto último en tono sarcástico.
- Vale, eso lo entiendo, pero, ¿de dónde has sacado el dinero para pagar este viaje? 
-Trabajando- dijo apartándome la mirada.
- Si, ¡¿en qué, eh?! Porque trabajando en trabajos de un par de meses no se consigue tanto dinero como para pagar cuatro billetes de primera clase. Además, ¿a dónde vamos?
- Lo primero, si no te gusta mi respuesta, imagínate la tuya propia, y lo segundo es todo un misterio hasta que lleguemos o descubrelo por tu cuenta, pero le quitarías toda la gracia a esto. 
La miré dando a entender que no estaba contento con su respuesta, y ella me respondió con una sonrisa burlona y un beso en la mejilla.
- No pienses tanto y disfruta- dijo mientras se recostaba en mi hombro y cerraba los ojos. 







jueves, 24 de octubre de 2013

EN EL MES DE FEBRERO (IX)

Y con este rutina paso el tiempo de enero a junio sin que en mi se diese un cambio. Terminé mi tercer año de la universidad, empecé mis practicas como ayudante de uno de los pintores europeos más destacados y pinté dos o tres cuadros que fueron al almacén nada más enseñárselos a mi tutor. Llego el verano y yo sin planes, ni de vida ni tampoco para el dia siguiente. Pensé que iba a estar así otro año, como aquel, pero Lucia marcó la diferencia con sus notas.
Nunca pensé que alguien pudiera ser tan atento con otra persona que conocía de pocos meses. A veces, por mi cabeza pasaba la idea de que Lucía estaba hay solamente por que no tenía a donde ir, o porque aquí tenia comida gratis y nadie le ponía normas. Pero aquel día, con aquella nota, mis dudas desparecieron.
Bajé a desayunar a la misma hora que todos los días, con el mismo humor que todos los días y con las mismas ganas de volverme a la cama que todos los días. En la encimera de la cocina, al lado de microondas, estaba mi taza con la nota que me dejaba cada mañana Lucía. Sonreí. Esperaba mi típico: "Buenos días, sonríe.". Empecé a leer la nota y mi cara cambió el gesto. No era lo típico. La nota decía:


"Prepara la maleta, nos vamos de viaje.
No puedes quedarte en casa ya que la 
van a pintar entera (si no me crees llama
al número que tienes en el post-it de la nevera.
Te espero el viernes en la estación de tren a 
las 10 de la mañana.
No faltes.

P.D.: Buenos días, sonríe."

En ese momento lo único que hice fue cabrearme. Lucía no me había preguntado nada, aunque si lo hubiera hecho tampoco habría servido de mucho, y quién era ella para pintar mi casa sin mi consentimiento. Después de tomarme mi café de la mañana de mala leche, lo pensé bien, y decidí que, como me tenía que ir de mi propia casa, pues que haría lo que otros habían pensado por mí quitándome aquel problema. 
Quise preparar la maleta pero no sabía ni a donde íbamos, ni cuantos días, ni cómo iba a ser el viaje. Esperé a que Lucía volviera ese día, pero no volvió. Me fui a dormir pensando que si me despertaba ante la encontraría, pero lo que no esperaba es que ya no estuviera en esa casa. Al día siguiente no la encontré en ninguna parte de la casa, al siguiente tampoco  y al tercer día decidí que haría la maleta para comprobar que la nota no era mentira.
El viernes estaba todo listo y preparado para el viaje. A las 8 y media llamaron al timbre. Yo respondí sorprendido. Eran los pintores que venían a pintar la casa. Sonreí para mí. Les abrí la puerta, hablé con el jefe de equipo, le dejé las llaves de la casa y salí por la puerta con dirección a la estación de tren. 




domingo, 20 de octubre de 2013

EN EL MES DE FEBRERO (VIII)

Hice una pausa y continué.
- Alicia y yo nos enamoramos y cuando nuestros padres se enteraron fue el año que empecé la universidad. Me mandaron a la otra punta del mundo para evitar que se "estrecharan lazos" según ellos. Alicia siempre había sido una chica solitaria, o al menos era lo que yo pensaba, y pensaba que esta era la causa de que no tuviera amistades en el colegio. Al parecer, sufria de acoso en el colegio. Hasta tal punto que sus compañeras la invitaron a una fiesta para que fuera acosada por unos chicos. Prefirió no contarle nada a sus padres para no preocuparles, pero, estos al prohibirla venir a verme, cayó en tal depresión que se volvió completamente loca. me enteré de que mis "padres" se iban de viaje de negocios y decidí ir a verla. Yo no sabía nada de lo que estaba pasando. Cuando llegué a la casa, grité emocionado su nombre pero nadie contestó. Pensé que a lo mejor estaba en su cuarto estudiando con los cascos a todo volumen como solía hacer, pero cuando entré en su cuarto ella.. ella...
No pude seguir hablando. Contuve las lagrimas. La casa ya estaba cerca.
Lucia y yo no cruzamos palabra lo que quedó de noche. Le conté sobre Alicia con la intención de hacerla sonreír y al final fui yo el que necesitaba que le sacaran una sonrisa. Esa noche soñé con Alicia, me acuerdo de ese sueño tanto como si fuese real, y el caso es que lo fue. 
Durante varias semanas no tuve una conversación con nadie de no más de 10 minutos. Sergio me llamaba todas las tardes con la intención de animarme, me invitaba a salir, me proponia planes y me contaba chistes tan malos, que cualquiera se hubiera reido simplemente por lo malos que eran, pero mi respuesta siempre era una sonrisa forzada y un no con a cabeza. Tras el primer mes, comprendió que la cosa no iba a variar mucho y creyó necesario dejarme espacio suficiente para pensar, pero sin olvidar que estar solo nunca es bueno para nadie. 
Lucia, a diferencia de Sergio, no intentó animarme, directamente me dejo mi espacio. No la veía nunca, no sabía nada de ella, llegó un momento en el que creí que no sería capaz de reconocer su tono de pelo. Oía el agua correr, alguna puerta cerrarse, el sonido de  las escaleras cuando alguien subía o bajaba, estas cosas del día a día eran las que me hacían saber que ella seguía allí, y si no era ella tampoco me importaba, en esos momentos necesitaba la compañía de alguien silencioso, tan silencioso que ni siquiera me hablase.
A veces me despertaba por las mañanas preguntándome sis ese día disfrutara de tan gustosa compañía, mis dudas desparecían cuando bajaba a desayunar. En la encimera de la cocina encontraba al lado de una taza de café lista para calentar en el microondas una nota diciéndome un buenos días y suplicando por una sonrisa. Yo cumplía su deseo, aunque yo no me diese cuenta.

domingo, 14 de julio de 2013

EN EL MES DE FEBRERO (VII)

- ¿Lucía, quieres que vayamos a ver las películas que hay? - dijo Sara.
Lucía asintió, y se adelantaron ambas hasta la taquilla. Sergio y yo las seguíamos por detrás. Sergio no dejaba de mirarla.
- Oye, tío- me dijo dándome un golpe en el hombro-, tu amiga, ¿no se parece a...?
- Si, se parece pero no me lo recuerdes, que he venido a pasármelo bien- le contesté bordemente.
Nos llamaron Sara y Lucía. Ya habían elegido una película. Lo que me extraño fue que fuera una de miedo, ya que el día anterior se había estrenado la película de los famosos vampiros, que como diría uno de mis profesores: eran "vampiros descafeinados". 
Fuimos a tomar algo. La película no empezaba hasta las nueve. Empecé a olvidarme de Alicia. No me acordé de ella en toda la noche. La verdad es que estuvo bastante bien. En la película, Lucía se sentó a mi lado, y algunas veces agarraba mi brazo y apretaba su cara contra él, como si quisiese evitar mirar a la pantalla. Sergio y Sara estuvieron toda la película dando se besitos, por lo tanto, Sergio no se dio cuenta de como miraba a Lucía.
Al terminar la película, Lucía estaba muy cansada. Me pidió que nos fuéramos a casa, que le extrañaba que fuera a aguantar más. Nos despedimos de Sara y Sergio. En el coche, me sorprendió. Las pocas horas que había compartido con Lucía me había parecido que era una chica llena de energía, que tenia sentido del humor y que no tenía ningún problema al hablar con gente nueva. Pero en el coche no dijo ni una sola palabra. Parecía una flor marchita, su sonrisa ya no se veía. ¿Qué había ocurrido? Cada vez que la veía, mis ojos veían a Alicia. Intenté animarla contándola algún chiste, que aunque sea malo, de lo malo que era podías reírte de la persona que lo contaba. Ella fingía una leve sonrisa, pero su mirada seguía igual. En lo único en lo que nos e parecía físicamente a Alicia, era en sus ojos, sus grandes ojos verdes. Desesperado ya por intentar animarla, la pregunté si quería saber de Alicia, pero que  cambió ella tenía que sonreir. Ella asintió con la cabeza. Comencé a hablar:
- Alicia...- se me cortaba la voz, Lucía, al ver lo que me iba a costar contárselo, me agarro la mano que estaba encima de la palanca de cambios, yo cogí aire y continué-, Alicia, era la hija de mis padres de acogida. me enamoré de ella nada más verla. Se parecía mucho a ti, excepto por los ojos, los suyos eran color miel, aunque parecían joyas no transmitían ninguna confianza como los tuyos, esos ojos la hacían mas misteriosa de lo que ya era. Tu nunca sabías que estaba pensando, ni que era lo siguiente que podía hacer.

miércoles, 10 de julio de 2013

LA MAGIA DE UNOS OJOS VIOLETA (III)

Godric que estaba al  lado de Eneli, corrió a su lado y la abrazó antes de que se desplomara.

  • ¿Qué te dicen?¿Es la primera vez que los ves?¿Por qué no hablas con ellos? ¡Hazlo ya!- dijo Eneli entre lagrimas.
  • ¡No puedo!- grito Arabella
  • ¡¿Porqué?!- le contestó su hermana en el mismo tono.
  • ¡No puedo hacerlo si ellos no me hablan! Necesito que me hablen, que me miren a lo ojos para "contactar" con ellos- respondió intentando no gritar.
Arabella rodeada por los brazos de Godric, apoyando la cara en su pecho, no dejaba de llorar.
Pasado un rato Arabella habló:

  • Eneli, mamá y papá dicen que sienten habernos dejado solas tan pronto, que les habria gustado tener algo más de tiempo para pasarlo con nosotras. Mamá dice que no me presiones, que no se habían dejado ver antes y que se sienten orgullosas de nosotras. A la abuela y a Godric les dan las gracias por haber estado pendientes de nosotras durante tanto tiempo. Papá dice que tengas cuidado con los chicos- se le escapó una pequeña sonrisa, de repente se sonrojo-. ¡Mamá!... 
Durante más de media hora nadie entiendo de que hablaba Arabella, decía frases que estaban fuera de contexto, sonreía, se ponía roja y expresaba más emociones que los que la rodeaban no podían entender. En dicho momento, Eneli soltó gritando desesperada:

  • Arabella, explícame que esta pasando, no entiendo nada...
  • Vale- contestó Arabella con una mirada de comprensión-. Al parecer son Ecuas...
  • ¿Y qué coño es un "Ecuas", a ver?
  • Son espíritus...- empezó a decir Arabella antes de que Godric la cortara.
  • Son espíritus, pero no fantasmas. Los Ecuas son espíritus puros que, además de haber muerto cuando no debían, murieron por una buena causa. Solo las Hime pueden verlos...
  • Espera- le cortó Arabella, separándose de él con fuerza-, ¿cómo sabes TÚ todo eso?
  • Lo sabe, porque es un khranitel- dijo la abuela que no había hablado en toda la mañana.
  • ¡¿Un qué?!- preguntaron Arabella y su hermana simultáneamente.
  • Un khranitel- dijo Godric- soy, lo que viene ser, un guardián de Hime. Es decir de ti, Ari.
  • ¡¿De mi?!¡¿Por qué me tienes que proteger?!¿Papá?¿Mamá?¡¿Y qué has dicho que soy?!
La pobre Arabella no dejaba de preguntar sin dar tiempo a recibir una respuesta. Godric intentaba decir algo de lo que no se veía capaz. Eneli, no reaccionaba ante nada. Anianca no dejaba de correr por la mesa. En esos momentos, la abuela era la única que conservaba la calma. Por lo que se levantó, se acercó a Arabella, la levantó del suelo, cogió el pañuelo de tela que siempre llevaba en el bolsillo y le secó las lagrimas.

  • Tranquila, pequeña- dijo- no es nada malo. Deja de llorar y tranquilízate. Estoy segura de que Godric está dispuesto a explicarte todo lo que le quieras preguntar.

martes, 9 de julio de 2013

LA MAGIA DE UNOS OJOS VIOLETA (II)

Fue el verano pasado. Era un sábado por la mañana, exactamente las 10 de la mañana. Arabella se fue a desayunar al jardín. Allí estaban Godric y Anianca, comiendo galletitas saladas. “¡Qué raro!”, pensó irónicamente Arabella. Se acercó a Anianca y empezó a acariciarla.
  • Anianca dice que no te comas sus galletas- dijo Arabella mirando a Godric.
  • Yo no me como las galletas de la ratona- dijo Godric con la boca llena.
  • Jajaja… Vale, lo que tu digas.
  • ¡Qué no me las como!- dijo Godric abalanzándose hacia Arabella y empezándola a hacer cosquillas.
  • ¡Ah! Jajaja…
Arabella se cayó al suelo, y Godric no paro de hacerla cosquillas aunque esta le pedía que lo hiciera. Cuando Godric se desconcentró tan solo un segundo mirándola sonreír, Arabella cambió las tornas y ella empezó a hacerle cosquillas. En ese momento, Arabella vio el colgante y paró.
  • ¿Qué es eso?- preguntó Arabella muy seria, señalando el colgante.
  • ¿Esto? Un colgante de una estrella y una gota- contestó Godric, hablando como si Arabella fuera tonta.
  • ¡Idiota! Quería decir qué como lo conseguiste.
  • Eso es un secreto.
  • Anda, no venga… Dímelo.
  • No puedo- le dijo-. Solo te puedo decir que este es único en el universo, y que sin él tengo la sensación de que no soy yo mismo.
  • Ah… ¿Tan importante es?
  • Si, y algún día se lo entregaré a una persona que tenga una mirada sincera. Porque si tiene una mirada sincera su alma también lo será.
  • Qué suerte tendrá aquella persona.
Que Godric le regalara el colgante, significaba que para el, ella era especial. No solo eso, además había renunciado a una parte de él para entregársela a ella. Godric no podía haberle hecho mejor regalo.
  • Te han gustado tus regalos, ¿entonces?- preguntó Eneli.
  • Si, me han encantado todos, de verdad, son geniales- contestó.

  • Bueno, Arabella, vamos, que tienes que ir a clase- dijo la abuela tras un silencio.
  • Si, además hoy tengo examen de...- dijo Arabella sin terminar la frase.
Se había quedado enbobada, mirando a la nada.
  • ¿Qué es eso?- dijo Arabella- ¿Quiénes son?
  • ¡¿Qué?! Si ahí no hay nada, Ari - dijo Eneli señalando hacia donde ella miraba.
  • ¡Si!, hay dos personas. Un hombre y una mujer. No son como nosotros, opacos; sino más bien traslúcidos. Me están hablando- respondió asustada.
Nadie la miraba raro. Ni Eneli, ni la abuela, ni Godric se sorprendieron hablara de cosas que ellos no entendian. Así que solo le preguntaban qué veía, cómo era, dónde estaba, si la hablaba, y demás preguntas. Pero ese día nadie le preguntó, porque de repente se le llenaron los ojos de lagrimas.
  • ¿Qué pasa, cariño?- pregunto la abuela calmadamente.
  • Nada, que yo conozco a estas personas aunque no sé si podrían llamarse así. Tu abuela también les conoces y Eneli también- Arabella calló un segundo.
Miró a los que le rodeaban, pensó que a lo mejor se les ocurría quiénes eran. Pero nadie abrió la boca solo se miraban sorprendidos.
  • Son papá y mamá- dijo emocionada sin poder aguantar las lagrimas.

lunes, 8 de julio de 2013

LA MAGIA DE UNOS OJOS VIOLETA (I)

Sonó el despertador. Lo apagó con desgana. Como todas las mañanas, Arabella se iba a poner en pie para prepararse para ir al colegio. Se levantaría, se lavaría la cara, se cepillaría el pelo delante del espejo y se maquillaría dibujándose una raya negra en los ojos, resaltando sus ojos color violeta. Después de arreglarse, bajaría a desayunar con su abuela y su hermana Eneli. Se tomaría su bol de cereales con leche fría y se iría al colegio.
Pero ese día cuando abrió los ojos, encontró encima de la cama tres pequeños paquetes. El primero, un paquete rectangular envuelto en un papel de color rosa con un lazo amarillo, Arabella supuso que sería el regalo de su hermana, Eneli. El segundo, envuelto en papel de periódico de mala manera, con forma irregular y escrito con un rotulador negro: “Para Ari”, tenía que ser de Godric. El siempre tan considerado. Arabella no pudo evitar sacar una sonrisa. Y el tercero, una cajita de madera, como si fuera un joyero, con una frase grabada: “La verdad es nuestra mejor arma, solo hay que saber encontrarla”, sin lugar a dudas, era el regalo de su abuela. Fue el primero que abrió. Dentro de la cajita había una pulsera de plata sencilla sin cierres con una piedra, no muy grande pero tampoco demasiado pequeña, de color morado. En cuanto rozó la pulsera con uno de sus dedos, la piedra cambió de morado a violeta. “¡Qué gran regalo, abuela!”, pensó Arabella. El cambio de color de la piedra no le sorprendió. Arabella ya estaba acostumbrada a ese tipo de cosas extrañas. Ella era la que solía provocar cosas extrañas. Arabella conocía los pensamientos, y captaba los sentimientos. Le costaba reprimir esta habilidad, sobre todo con su familia. Además de otras muchas habilidades que son difíciles de describir o de darles un nombre.
El segundo que abrió fue el de su hermana. Debajo del papel de regalo, había un cuadro envuelto en papel de embalar. Cuando lo desenvolvió, los ojos se le llenaron de lágrimas. Era una fotografía enmarcada de dos niñas con sus padres. Enseguida supo quien eran esas personas. Eran ellas con sus padres. Su hermana no le regalaba muchas cosas pero cuando lo hacía, eran regalos realmente especiales.
El regalo de Godric decidió que lo abriría cuando el y su pequeña ratoncita, Anianca, estuvieran delante. No pensó en Godric al tomar esta decisión más bien en Anianca. A aquella pequeña ratoncita le había cogido cariño, sabía que le haría ilusión que se esperase a abrirlo.
Bajó a desayunar. En la cocina se encontró a su hermana Eneli leyendo un libro de Jane Austen, el libro se llamaba: “Orgullo y Prejuicio”, y a su abuela sentada en una silla cerca de la ventana esperando su llegada. Se acercó a ella. Le dio un beso y un abrazo. Saludó a su hermana con un alegre “Buenos días”. Su hermana la respondió con un movimiento de cabeza sin apartar la mirada del libro. Cuando Arabella pasó por su lado le susurró un “Muchas gracias”, al que ella respondió con una sonrisa sin dejar de mirar el libro. Se sentó a desayunar. Echó los cereales en su bol de cerámica color verde pistacho. Se levantó. Cogió la leche de la nevera, y empezó a echársela en su bol.
Mientras se echaba la leche, alguien llamó a la puerta. Sabía quién era, ¿quién sino iba a ser un jueves a las siete de la mañana? Era Godric. Se puso nerviosa. Se le calló la leche. Se manchó el pijama.
  • Ari, que torpe estás- le dijo su abuela con una sonrisa-. Vete a cambiarte y coge también el regalo. Eneli, ¿te importaría abrir por favor?
Eneli dejo el libro abierto boca abajo, y se fue a abrir la puerta. Arabella subió las escaleras. Fue a su habitación. Se puso el uniforme del colegio. Cogió el regalo y bajó otra vez a la cocina.
En la cocina, se habían unido Godric y Anianca. Godric, el amigo de infancia de Eneli, iba vestido con su habitual cazadora de cuero negro y sus vaqueros oscuros un poco desgastados. Se estaba comiendo el bol de cereales, que Arabella se había preparado, mientras decía algo que no era entendible. A todos los presente se les escapó una sonrisa, incluso la pequeña ratoncita parecía que estaba sonriendo. Anianca, que estaba encima de la mesa, estaba comiendo una galletita salada que la abuela le había dado. Eneli estaba limpiando el destrozo que Arabella había causado. Cuando se dieron cuenta de su presencia, Godric se acercó a ella. Llevaba en la mano un pastelito de chocolate con un dibujo arriba de glaseado que ponía un 16.
  • Felicidades, pequeña- dijo Godric mientras le entregaba el pastelito y la daba un gran abrazo.
Esto puso nerviosa a Arabella. Godric la ponía nerviosa. No porque le odiara, sino porque se quedaba muda cuando le veía.
  • Hola Godric- dijo Arabella pasando por su lado con una indiferencia mal disimulada.
Se acercó a la ratoncita que estaba en la mesa. Le puso la mano enfrente de la cara y Anianca se subió.
  • Hola Anianca- dijo Arabella-, no he abierto vuestro regalo todavía. Os estaba esperando para abrirlo.
  • Muchas gracias, Ari- dijo Anianca. Aunque el resto solo pudieron oír un ruido casi inaudible.
Arabella dejo a Anianca donde estaba y empezó a romper el papel de periódico. Tras varias capas de papel de papel de periódico encontró el regalo. En cuanto lo vio no pudo evitar un grito, le dio un beso a la ratoncita y corrió a abrazar a Godric.
  • Sabía que te iba a encantar- le susurró Godric a Arabella mientras esta le abrazaba.
  • Muchas gracias, sé que es importante- contestó ella en el mismo tono.
  • Cuídalo bien, ¿vale? Ya sabes que es único.
  • ¡Venga, chicos! ¿Qué es, Ari?- preguntó Eneli.
Arabella se lo enseñó. El regalo de Godric era un colgante que él solía llevar colgado por un cordel negro, formado por una estrella de cinco puntas y una gotita en uno de sus brazos. Todo esto en plata. Arabella sabía lo mucho que le había costado a Godric regalarle aquel colgante. Se lo había insinuado en aquella ocasión.

He vuelto....

Hola!! :) He vuelto. Siento la tardanza y la espera, pero es que tenía mucho que estudiar. Pero ya tengo tiempo libre,  y ame puedo dedicar un poquito a vosotros mis queridos lectores... jajajaj
Espero que me hayáis echado de menos, a mi y a mis historias...
Bueno, que he vuelto con una  nueva historia y la continuación de "En el mes de Febrero", quiero comentarios...
Leerme, por favor, y no olvidéis una cosa: imagina todo lo que quieras y haz realidad tus sueños